Más de 270 fiestas en Galicia en el primer fin de semana de agosto

La procesión del Cristo de la Victoria de Vigo volvió a pisar la calle del Príncipe por primera vez desde el siglo pasado.
photo_camera La procesión del Cristo de la Victoria de Vigo volvió a pisar la calle del Príncipe por primera vez desde el siglo pasado.
El primer fin de semana de agosto acumula más de 270 fiestas en toda Galicia

En Galicia se vive una fiesta infinita que recorre cada uno de sus rincones mientras dura el verano. Como faros que marcan los hitos del calendario, algunos santos apuntan los días de más actividad festiva o más extendida por Galicia: San Cristóbal, San Benito, la Virgen del Carmen, Santiago, la Virgen de Las Nieves, San Lorenzo, la Asunción de María, San Roque…  

Pero el momento álgido, el que acumula más actividad de todo el verano y de todo el año llega con el primer fin de semana de agosto. Religiosas, gastronómicas, etnográficas, populares… se tocan todos los palos y se cuentan por docenas en cada una de las cuatro provincias gallegas, aunque las dos del sur, Ourense y Pontevedra se llevan la palma en concurrencia.

Quienes recorren Galicia durante el verano siguiendo las fiestas gastronómicas, ese fin de semana tendrán que escoger ya que resulta físicamente imposible poder acudir a todas ellas. Tres de los cinco pimientos con indicación geográfica protegida que hay en Galicia celebran su fiesta los días 5 y 6 de agosto. En Arnoia se celebrará la edición número 44, siendo la más veterana de las tres. A las nueve y cinco de la tarde del viernes se encienden los fogones para calentar las gigantescas sartenes en las que se freirán miles y miles de pimientos hasta la noche del domingo en la Carballeira de A Queixeira.

Sin salir de la provincia de Ourense, Oímbra celebra ese domingo la edición vigesimosexta de su Feira do Pemento, también con degustación, música y otras actividades. El sábado, en Padrón se celebra la fiesta del pimiento de Herbón, en la parroquia que le da nombre a este producto porque allí fue donde se plantaron los primeros pimientos en el viejo mundo, recién traídos de México. Herbón comenzó a festejar sus pimientos un año después de Arnoia, en 1981.

De interés turístico gallego, las fiestas de los pimientos no son las únicas gastronómicas: los mejillones protagonizan la mesa en cinco municipios de la costa: Moaña, Illa de Arousa, Rianxo, Carballo y Foz. Los percebes, en tres localidades: Cedeira, Rinlo (Ribadeo) y Aguiño (Ribeira). El bonito es la estrella en Burela, donde se podrá degustar en empanada, asado a la parrilla y cocido.

En Muiños, el galo que pica no chan y el becerro del Xurés al espeto a mediodía y las sopas de burro canso por la tarde son los protagonistas, además de un completo programa de actividades musicales y de entretenimiento. Pero todavía hay más: los xurelos asados de Chaín (Gondomar), los escalos en Couso (A Estrada), las anguilas fritas de Barral (Castrelo de Miño), el longueirón en Fisterra, o la tortilla en Laro (Silleda) por citar solo algunas.

El producto local, clave

La mayoría de las fiestas gastronómicas se apoyan en un producto local, ya sea de la huerta, como sucede con los pimientos, el mar, como ocurre con el bonito de Burela, pero también hay fiestas que han sobrevivido a ese vínculo. Es el caso de la fiesta de las anguilas de Barral. La pesca de la anguila en Castrelo de Miño, como en prácticamente todo el Miño hasta Portomarín era una actividad de gran importancia económica que se extinguió con la llegada de las presas que fueron dejando sin esta pesquería, primero la cuenca lucense del Miño y finalmente la ourensana.

Así pues, esa jornada en la que los vecinos de Barral fríen miles de anguilas, no solo disfrutan de un plato muy tradicional en las orillas del Miño, al estilo ourensano en el que se prefieren las anguilas más delgadas, también están contribuyendo a preservar el recuerdo de una actividad que tuvo mucho arraigo hasta la década de 1970. Todavía hay personas mayores que recuerdan esa pesquería e incluso conservan los aparejos y artes de pesca para realizarla.

Vigo celebra sus fiestas mayores en el mes de agosto, el mes en el que también conviven las tres procesiones de sus imágenes más veneradas. El primer domingo de agosto, desde hace 140 años, sale en procesión el Cristo de la Victoria. La leyenda cuenta que llegó en un barco cargado de sal, que lo había recogido en el mar. El fervor que tienen los vigueses por esta imagen es tal que muchos lo consideran el gran benefactor y patrón de la ciudad. La imagen se custodia en la colegiata al igual que la imagen de Santa María, la verdadera patrona de Vigo, que sale en procesión el 15 de agosto. Un día después, el 16, lo hace la imagen de San Roque en el pazo que lleva su nombre.

Pero volviendo al Cristo, la procesión en su honor tiene ya más de dos siglos de historia. La procesión salía para celebrar la victoria frente a los franceses en la guerra de la Independencia, el 28 de marzo. La imagen era acompañada por efectivos de la guarnición militar y se le rendían honores de capitan general.

Todavía hoy en la carroza sobre la que sale a la calle lleva el sable y el bastón y las estrellas de dicho rango. La época del año, con una meteorología muy inestable, aconsejó mover la fiesta al mes de junio y desde 1883 quedó establecido que fuese el primer domingo de agosto. A lo largo de tiempo recorrió diferentes itinerarios, uno más largos que otros, pero siempre lo hizo bajo el dosel de gala, acompañada por las autoridades civiles y religiosas y decenas de miles de fieles que hacen el recorrido, acompañando al Cristo.

El recorrido actual comienza en la Colegiata, baja por la calle Real hasta el Berbés y luego sigue por las calles de Cánovas del Castillo, Montero Ríos, Colón, Príncipe, hasta la Porta do Sol para luego bajar por la plaza de la Constitución y la calle Triunfo hasta regresar de nuevo a la Colegiata. La procesión, que comienza pasada la media tarde, regresa a la colegiata al anochecer.

Imágenes como la del Cristo de la Sal o Cristo de la Victoria aparecieron en el mar, según cuentan las leyendas para evitar que cayesen en manos de piratas y sarracenos que asolaban las costas gallegas en los siglos XVII y XVIII. Pero mucho antes que esas razzias, la costa gallega se vio sometida a las invasiones bárbaras del norte: normandos vikingos y otros pueblos que llegaban por mar en la Edad Media. Esas invasiones que causaban auténtico pánico en la población se celebran desde hace más de sesenta años con un ambiente festivo.

La Romería Vikinga de Catoira llega este año a la sexagésimo tercera edición. A mediodía del primer domingo de agosto, se recrea la llegada de las huestes vikingas a bordo de sus tradicionales barcos, los drakar y la encarnizada defensa con la que se hacía resistencia a los invasores desde el Castellum Honesti, del que hoy quedan en pie tan solo las torres del Oeste.

Declarada de interés turístico internacional, la Romería Vikinga ya no es solamente esa representación, que fue pionera de las fiestas históricas de Galicia sino todo un programa de actividades que incluye un mercado medieval, el festival de música Vikinsons, etcétera.

La romería que comenzó con la invasión “vikinga” desde un barco arenero camuflado de drakar, cuenta desde hace casi treinta años con réplicas de auténticos barcos vikingos, realizados con la colaboración de expertos daneses.

Mas antigua incluso que la Romería Vikinga y también declarada de interés turístico internacional, a la misma hora en Cambados se celebra la Festa do Albariño, nacida en 1953 comenzó como una merienda en la que se elegía el mejor vino entre los participantes y se adelantó a todas las ferias y fiestas del vino que hoy se celebran en Galicia.

La feria se inicia cuatro días antes al primer domingo de agosto en el que se desarrolla su momento culminante, incluyendo el fallo de los ganadores de la cata oficial y el desfile de la Serenísima Orden de Caballeros y Damas del Albariño, ataviados con las capas que había diseñado Adolfo Domínguez en la época del gran boom de la moda gallega. En paralelo la parte lúdica de la fiesta moviliza a miles de personas que acuden a Cambados desde el miércoles anterior para asistir a los conciertos y otras actividades que se desarrollan como prolegómenos del gran día.

Pero el albariño ya no es el único vino protagonista del primer fin de semana de agosto. Desde hace casi un cuarto de siglo, el público puede elegir entre Cambados y Vilamartín de Valdeorras y entre el albariño o los vinos de Rías Baixas y el godello y la mencía Valdeorras en la Festa das Covas. Vinos y pinchos caseros a la fresca de las cuevas, a partir de las ocho y media de la tarde del sábado.

Te puede interesar