ECLIPSE SOLAR

La batalla ganada por el Sol

photo_camera Los ciudadanos observan el eclipse en el Barbaña con un telescopio.

A pesar de las nubes de primera hora, el eclipse solar mostró su espectáculo en la ciudad un poco más tarde de las 11,00 horas. Todos los que quisieron observarlo pudieron hacerlo desde el parque Barbaña y la Alameda.

Eclipse solar: dícese de la ocultación transitoria total o parcial del Sol por interposición de otro cuerpo celeste.

Nublado: dícese del sustantivo que está cubierto de nubes.

Optimismo: dícese de la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.

Teniendo esto claro, será tarea fácil entender lo que ocurrió en la jornada de ayer en Ourense, escenario en el que convivieron las tres definiciones anteriores, donde el eclipse y el optimismo le ganaron la batalla a las nubes.

Pasaban unos minutos de las 09,00 de la mañana cuando la Luna, el único satélite natural de la Tierra, comenzó a hacerse un hueco entre el Sol y nuestro planeta. Ourense estaba preparado para el fenómeno. Todo aquel que se pasase por las inmediaciones del parque Barbaña y por el paseo central de la Alameda tuvo a su disposición un despliegue de medios para observar este espectáculo natural. El único problema que se planteaba eran las nubes que hacían de barrera entre los espectadores y el astro rey. Fue entonces cuando entró en juego el optimismo de los más madrugadores, que "tenemos la esperanza de que las nubes se vayan a dar un paseo y dejen paso a el protagonista del día", aseguró un padre de los más mañaneros. "Los enanos me han traído casi obligado y de aquí no nos vamos hasta que don Lorenzo salga a escena", añadió.

Las concejalas María Devesa y Mónica Vázquez fueron también de las primeras en llegar al Barbaña, donde la Concellería de Xuventude, junto con el observatorio "El mirón del cielo", instaló una carpa informativa con prismáticos, telescopios y filtros "para ver con detalle y de manera homolagada lo que ocurre en la Vía Láctea", según Víctor Pérez, profesional del observatorio. Además, una pantalla retransmitía en directo la "desaparición" desde las Islas Feroe (Atlántico septentrional), uno de los dos únicos puntos en el mundo donde el eclipse lució la etiqueta de "total", junto con las Islas Svalbard (océano Ártico).

Por su parte, un grupo de astrónomos aficionados, coordinados por el físico Dositeo Veiga, puso también sus medios a disposición de los ourensanos. Telescopios, gafas especiales, prismáticos, espumaderas y "venuscopes" fueron algunos de los instrumentos que permitieron contemplar los hechos. Pero, para quien creía que un eclipse es un espectáculo exlcusivamente visual, varios radioaficionados de la ciudad instalaron un radiotelescopio, "con el que se capta el ruido del Sol, que se ve reducido cuando la Luna se interpone", explicó Luis Piña, uno de los radioaficionados.

Pero no solo hubo espacio para instrumental sofisticado. Ambos emplazamientos se convirtieron en un desfile de "máquinas caseras" fabricadas con cartón, cinta aislante, papel de plata o filtros, entre otros, que dejaron boquiabierto a más de uno.

Total, un espectáculo natural que los niños (y no tan niños) pudieron contemplar a pesar de aquellas nubes que quisieron cobrar protagonismo al principio de una historia que dio comienzo a la primavera y que, desgraciadamente para todos los presentes, no se volverá a repetir hasta el 12 de agosto de 2026.

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