CRÓNICA

Desconexión en Castro de Beiro

Gerardo Pereira, gerente del Restaurante Outarelo, intenta conectarse a internet (MIGUEL ÁNGEL).
photo_camera Gerardo Pereira, gerente del Restaurante Outarelo, intenta conectarse a internet (MIGUEL ÁNGEL).
Castro de Beiro está a solo cinco kilómetros de las Termas de Outariz y a ocho del centro, pero la realidad de sus habitantes es muy distinta: llevan años esperando
por una conexión a internet  decente que nunca llega
 

En plena era digital y pandemia del coronavirus, mientras se apela tanto al teletrabajo como a las clases no lectivas para frenar el número de contagios, los 400 vecinos de Castro de Beiro se han quedado atrás: la fibra óptica aún forma parte de la ciencia ficción y los datos móviles son deficitarios. Disfrutar de series de Netflix, jugar a videojuegos online o ver partidos de fútbol por internet es misión imposible para ellos, como explica Gerardo Pereira, al cargo de Restaurante Outarelo (Camiño Real, 9): "Nos proveen de cobertura dos antenas, pero una está camino a Toén y la otra surte el rural de Cea, Dozón… Aquí estamos un poco en el limbo". 

No le quedan muchas esperanzas: "Gestiono también otra empresa, y durante el confinamiento no pude venir a mi propia casa porque tenía que teletrabajar. Aquí llegarán mis hijos, nietos y bisnietos e internet seguirá igual". Pereira, tercera generación de cocineros del Outarelo, paga cada mes 75 euros en llamadas: "Tenemos una terminal TPV que va por 4G y funciona solo cuando hay poca gente y no se satura, y otra que va con el teléfono fijo y con cada compra el banco nos carga las llamadas". Como parte de las medidas anti covid, gracias a una antena en el techo del local se puede pedir usando un código QR, si es que aún no han llegado los clientes necesarios para que la línea colapse.

"Hace años instalaron un conector wifi, pero tenía un alcance de solo 11 metros y lo pusieron en el cementerio", lamenta Pereira. 

José Salvador Galán es también vecino de la parroquia: "Dijeron que tendríamos internet en dos semanas pero ya pasaron dos meses y no están dando de alta a nadie". 

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José Álvarez espera a que cargue una página web (Foto: Miguel Ángel)

"Yo estoy con 4G, y me sirve como mucho para usar WhatsApp, bajar algún archivo pequeño a poca velocidad y nada más. Un mega, dos megas… Teletrabajar olvídate, te quedas mirando para la pantalla", sentencia.

Consultado por la situación de los escolares de la parroquia si el próximo curso termina siendo no presencial, Galán tira de retranca: "A los políticos les encanta contar películas, pero cuando los niños tengan internet ya terminaron la carrera". 

"En el poste han añadido una caja y unos cables pero nada más. Llamé un montón de veces y siempre está en proyecto", explica: "He mirado para el poste todos los días desde octubre, a ver si pasa algo". Y ya le han avisado de que si quiere tener prioridad el día en que se instale la fibra debe cambiarse de compañía telefónica. Ver un vídeo de YouTube supone un reto para él: "Tienes que dejarlo cargando, marcharte un rato, volver… Los políticos enseguida se apuntan tantos pero la realidad es la que manda al final. Y esto es el ayuntamiento de Ourense, no estamos en el monte".

Desde el centro social de la asociación de Vecinos, Xosé Ramón Piñeiro y José Álvarez González no son menos críticos: "La conexión a internet va horrible, solo por satélite y ni eso, porque te dicen que son 20 megas y llega uno. Fatal, un cero, y hay muchos niños y mucha gente que trabaja desde casa. Además, solo tienen cobertura los móviles de una compañía", clama Álvarez. 

"Moito falar de teletraballo pero a ver como sobes e baixas arquivos", engade Piñeiro: "E logo para calquera cousa a administración che pide un correo ou que accedas a través de sedes electrónicas, e botas media hora. Pero bueno, así estamos, a cinco quilómetros de Ourense. Castro de Beiro, Palmés e Beiro, sufrimos os tres a mesma situación".

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