Francisco Fidalgo: “Hai que manter a tradición”

El reciente reconocimiento por parte de la Unesco del sonido de las campanas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad pone de relieve la importancia de esta tradición. En Vilar de Flores (Allariz), es un arte transferido de generación en generación.

En Vilar de Flores (Allariz) están acostumbrados a escuchar el especial sonido de las campanas de su santuario. Vecinos como Francisco Fidalgo, José Luis Cid o Antonio Cid se encargan de mantener viva la tradición del repiqueteo, recientemente reconocido por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

Aunque el santuario ya no acoge tantas bodas y funerales como hace años -casi todas las celebraciones tienen lugar en la iglesia parroquial, a 2 kilómetros-, las campanas siguen sonando todas las semanas, antes de las misas. “Tócanse tres veces, máis ou menos cada cuarto de hora ata que se toca por última vez, para que a xente vaia entrando xa na igrexa”, explica José Luis Cid. 

Habitualmente, se hacen sonar tirando del cable conectado a las campanas, pero también se sube al campanario para hacerlo al modo tradicional. “Súbese por unha escaleira de pedra moi estreita, retírase o cable e tócase a man. Hai que agacharse, pegadiño as campás, para que soen”, explica Cid. Cada una es de diferente tamaño, por lo que el campanero debe controlar la sonoridad de ambas: “A grande fai o tan e a pequena fai o tin, é cuestión de controlalas”.

Relevo generacional

Esta tradición no se enseña en ninguna escuela: para mantenerla viva, hay que practicarla. “Eu recordo que miña nai me levaba para tocar as campás xa con sete ou oito anos, e así fun, pouco e pouco, aprendendo”, explica José Luis Cid, que reconoce cierta preocupación ante la falta de relevo generacional. “Agora mesmo temos varios veciños novos implicados, que lles gusta a tradición. Entre todos hai que evitar que isto morra”, añade.

 El campanario cuenta con tres campanas, las dos que se tocan en las celebraciones religiosas, y la del reloj, que los vecinos guardan con especial cariño. “Non hai un igual en toda a provincia”, señala Cid. El santuario empezó a construirse en el siglo XVIII, gracias al dinero ahorrado por una hermandad, fundada a raíz de las numerosas peregrinaciones hasta el lugar: “Había moita afluencia de devotos pola lenda de que aquí apareceu a virxe, pero non había santuario. Era o segundo lugar que recibía máis devotos na provincia, despois dos Milagros”.

Primero se construyó la ermita, luego el santuario y el atrio. “Os veciños coidamos desta xoia”, apunta. Su mujer, Carmen, se encarga de limpiar, cuidar y adecentar el espacio religioso. 

La romería

El 14 y 15 de agosto son los días grandes de Vilar de Flores, y el repicar de las campanas, esos días, es más especial que nunca. “A xente que vén queda moi sorprendida, pensan que é música grabada. Este ano tocou un dos veciños que mellor o fai, Antonio Cid, da gusto escoitalo. Fai falar as campás, é incrible”, asegura. 

José Luis Cid anima a la población a acercarse a la romería del próximo año, y comprobar así la calidad de los campaneros del pueblo: “Merece moito a pena”.

Te puede interesar