PEREGRINACIóN A SANTIAGO

Tres paradas antes del Edén

photo_camera Pies de un peregrino tras recorrer parte del camino

Por la Vía de la Plata entran catorce mil personas al año en busca de la sombra que se les niega en un recorrido exigente

Quiero descansar, borrando de mi memoria, traiciciones y demás". Las notas guturales de Jaime Urrutia interpretaban estos versos de "Camino Soria", la canción con pinceladas de organillo de Gabinete Caligari. Esta vez es la Vía de la Plata la que tiene efectos amnésicos. Como dijo Álvaro Cunqueiro, con su prosa artúrica: "A Compostela se acerca uno como quien se acerca al milagro". Pero antes de pisar el Edén hay que pasar por Ourense.

El Camino de Santiago entra la provincia por el Padornelo como quien cruza un puente colgante sin mirar atrás. Después del calor, el poder abrasivo del asfalto sobre los pies castigados y las interminables etapas que preceden, llega lo verde.

Desde Ourense a Santiago quedan 109 kilómetros, divididos en cuatro etapas que pasan por las localidades de Cea, A Laxe y Outeiro.

Según la Asociación de Amigos de la Vía de la Plata, catorce mil peregrinos vienen al año a la provincia. Su presidente, José Luís Rodríguez Cid, apunta que la ciudad es una buena elección para iniciar el Camino: "Eu recomendo sempre pasar dous ou tres días en Ourense". Por varios motivos: existen buenas conexiones de transporte público, la oferta de albergues y establecimientos es más alta que en otras ubicaciones, ofrece el termalismo como atractivo turístico y cumple con la premisa básica de estar a más de cien kilómetros de Santiago.

Si se opta por pernoctar en albergue, hay dos alternativas en el centro urbano. La primera, es el Fogar do Peregrino, situado en San Francisco y gestionado por el Xacobeo. El precio por noche es de seis euros y tiene una capacidad para cuarenta personas, cuatro de ellas reservadas para minusválidos. La segunda alternativa es nueva y se encuentra en Pena Trevinca: el Grelo Hostel. Es un establecimiento privado de 32 plazas por 17 euros la noche, con desayuno incluido.

No obstante, lejos de la masificación que a veces experimenta el Camino Francés, la Vía de la Plata tiene sus puntos álgidos de ocupación en primavera y otoño. Y ello obedece a una razón común: el calor. Las altas temperaturas son enemigas del peregrino, que soporta una canícula desde el Sur, empezando por Sevilla, hasta asomarse al Noroeste. En el verano, hay un ligero repunte en el tránsito durante la semana del Día del Apóstol Santiago.

Este año, la entrada al Fogar do Peregrino es la mitad, alrededor de 20 plazas ocupadas cada día. Para Rodríguez Cid, "a Rede de Albergues de Galicia está moi ben, a diferencia do que acontece noutras comunidades, en parte pola ausencia de pequenas poblacións".

Algunos caminantes se ha quejado de la defectuosa señalización, a veces oculta bajo la maleza. La limpieza de los senderos, igual que otros trabajos, se centralizó hace unos años al Xacobeo. Desde Santiago, se gestiona el personal de los albergues y todas aquellas vicisitudes que tienen que ver con el peregrinaje, desde la promoción de las rutas hasta estudios económicos.

"Ao longo do ano, un 70% de peregrinos que veñen pola Vía da Prata son estranxeiros, exceptono verán porque hai moitas parroquias e agrupacións que se organizan en grupos de 10 personas", añade Cid. Buena parte son europeos, pero también hay canadienses, australianos y norteamericanos.

Todos hacen la parada de rigor en el Claustro de San Francisco y las termas antes de embridarse la mochila y partir hacia el milagro, como Cunqueiro. Buen Camino.

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