El repartidor de La Región que avisó del incendio en Covadonga: “No soy un héroe”

Jesús González, repartidor de La Región, cubría su ruta en Covadonga cuando vio el fuego. Gritó y dio bocinazos de alarma sin éxito. Le tiraron botellas confundiéndolo con un vándalo hasta que una vecina, Elvira, le creyó y pudo despertar al resto del edificio

A las siete de la mañana de ayer hacía un tiempo de perros y Jesús González, el repartidor de La Región que tiene asignada la zona de Covadonga, iba más retrasado en la ruta por culpa de la lluvia, que le hacía ir más lento en la moto. Por eso pudo ser el primero en dar la voz de alarma del incendio, ya que se encontraba en la calle de arriba cuando sucedió todo y no había ni un alma en la calle. “Frecuento esa zona todos los días. Cuando estoy llegando al último portal observo un edificio con una luz como rara, extraña. Me acerqué y ya vi que había un pequeño fuego en el tercer piso”, explica este venezolano que llegó hace casi cinco años a Ourense.

"¡Por favor, despiértense!"

“Me acerqué al edificio y de repente escucho un ‘¡bum!’, como una especie de explosión, y ya me di cuenta de que la cosa era seria”. El instinto lo llevó a tocar la bocina de la moto sin parar. “Era desesperante, veía que todos los vecinos estaban durmiendo y que no había nadie en la calle. Empecé a gritar: ‘¡Por favor, despiértense! Tienen un incendio en el tercer piso”. Solo Elvira Álvarez, la vecina del piso de abajo de las fallecidas, se alertó gracias al repartidor que, desde la calle de arriba, bajó por una ladera de tierra para llegar cuanto antes al edificio del suceso y tocar a todos los telefonillos. “La vecina se quedó como extrañada, porque a esas horas hay gente vándala. Hasta del edificio de al lado me lanzaron botellas de champú, pensaron que era un yonki por el escándalo que estaba montando. Pero no podía quedarme quieto. Mi desesperación era ver con mis ojos cómo el incendio se dispersaba por todo el apartamento y nadie se despertaba”.

En el edificio de la tragedia, los vecinos aún agradecen al repartidor. “Si no llega a ser por él, no salimos. Se merece un premio”. Y es que mientras llegaban los Bomberos y la Policía, Jesús logró despertar a Elvira, la vecina que fue, puerta por puerta, despertando a sus vecinos a gritos y aporreando las puertas. Incluso la de Valentina y Edilma. Algunos timbres ni siquiera funcionaban. Incluso, asegura, guió a los bomberos hasta la calle del suceso.

"No merezco premios"

“No merezco ningún premio. No soy un héroe, hice lo que hubiese hecho cualquier persona. Ayudé como pude, estuve en el momento indicado para poder despertarlos”, contaba Jesús ayer por la tarde, aún conmocionado. “Cuando me enteré que las fallecidas eran compatriotas también me dio un sentimiento, me llegó al alma”.

Hace casi cinco años que Jesús llegó a Ourense con su mujer y sus dos hijos en busca de un futuro mejor, lejos de la maltratada Venezuela. “Tuve que venirme por las condiciones de mi país que todo el mundo conoce. Tengo un niño de ocho años con autismo que fue la causa principal por la que me vine a España, para ayudarle a él. Por el tipo de atención que le están dando aquí, que es magnífica. No me equivoqué en venir”, cuenta el repartidor que, hoy, llevará su propia noticia a las casas y a los bares de su ruta. En el número 3 de la calle Manuel Lago están eternamente agradecidos a su rápida actuación. 

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