Una tromba de agua colapsó la ciudad ayer, por segunda vez en dos semanas. A las seis de la tarde, el cielo de Ourense se oscureció de repente, como si estuviese anocheciendo. Los truenos ya resonaban desde hacía horas, pero, cuando comenzó a llover, las incidencias no tardaron en sucederse.
En solo media hora, entre las 17,00 y las 17,30, se acumularon 13 litros por metro cuadrado en la ciudad. Meteogalicia activó un aviso amarillo durante toda la jornada por el temporal. Hoy volverá a llover, pero, a partir de mañana, el anticiclón se situará de favorablemente para Galicia.
Las alcantarillas de varias calles saltaron, impidiendo que se filtrase el agua y provocando que se formasen balsas y riadas. En la carretera de A Granxa, en Os Remedios o en la rotonda de Concepción Arenal, las tapas se levantaron y se crearon remolinos a su alrededor.
Los semáforos de Pena Trevinca y Emilia Pardo Bazán dejaron de funcionar, provocando algunas retenciones en el tráfico. También los que van desde la calle Ervedelo hasta Vistahermosa.
Por otra parte, el Casco Vello sufrió las consecuencias habituales de cada temporal: las calles Colón, Barreira, Cervantes y As Burgas se anegaron temporalmente, por lo que el agua pudo entrar en algunos negocios. Los comerciantes estuvieron preparados para actuar, como el pasado día 29, cuando otra tromba similar batió la ciudad. Con escobas en mano y papel de periódico trataron de evitar el desastre.
La avenida de Zamora también resultó afectada: desde la rotonda de Mariñamansa hasta la de los concesionarios, se formaron riadas que dificultaron el paso de vehículos y peatones.
Celso Emilio, otra vez
Las lluvias también irrumpieron con fuerza en Celso Emilio, que lleva desde el 28 de mayo cortada. Las obras, que según los operarios tenían que haber acabado hace una semana, volvieron a verse perjudicadas. El agua formó un barrizal que corrió río abajo.
Por una tormenta como la de ayer, las tuberías bajo el asfalto estallaron, provocando que se agrietase toda la carretera y que los servicios de emergencias tuviesen que cortar la vía.
Los campos encharcados
En Verín, pese a que no hubo incidencias en el centro, la zona más rural se encharcó. Las vides se inundaron impidiendo el paso a los viticultores. Según Amador Díaz, presidente de la Asociación de Pataqueiros de A Limia, en las zonas anegadas es difícil intervenir: “No podemos hacer tratamientos y donde está encharcado, las pérdidas son del 30%”, señala.
Por otra parte, en Sandiás también experimentaron fuertes granizadas que dañaron los cultivos.