La lluvia no pudo con el asalto de los Felos de Maceda

photo_camera Fuera la máscara para respirar durante un minuto. (JOSÉ PAZ)

El estruendo de las chocas y de sus "esgutíos" se dejaron oír por todos los rincones mientras desafiaban a los vecinos con los bastones de mando. 

Los felos de Maceda, pese a la lluvia, mantuvieron su tradición de salir por las aldeas situadas en la Sierra de San Mamede, intentando asustar y castigar a todo aquel que encontraran a su camino. El estruendo de sus chocas y sus "esgutíos" se dejaron oír por todos los rincones y en este viaje que esperan durante todo el año, no pararon de realizar "saltos y brincos" sacando a hombres y mujeres a danzar. Pero los vecinos dieron muestras de esa hospitalidad generosa y mantuvieron las puertas de las casas abiertas, que antiguamente era con el fin de ofrecer comida, una costumbre que actualmente se ha trasladado a otros lugares, como las pallozas.

De aldea en aldea, este personaje impone la jerarquía de su bastón, uno de los elementos más representativos de su vestimenta, aunque tenga que enfrentarse a algún valiente vecino que les sale al paso con la azada.

En cuanto a su vestimenta, va ataviado con medias negras y el bastón en la mano, que usa de forma intimidatoria, además de llevar atadas a la cintura cinco chocas que no dejan de hacer sonar y en el rostro, lleva una máscara con sonrisa socarrona, coronada por la ilustración de un animal o ave representativa de la sierra. 

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