Atrás quedaron los tiempos en los que los ranchos de Castilla (grupos de 10 o más personas) recorrían los pueblos de Ourense para trabajar en la seitura. Sin embargo, con el objetivo de recuperar las labores tradicionales del entorno rural de la provincia, la asociación de vecinos de Queiroás da Igrexa, de Allariz, organizó una nueva sesión de la recreación de la seitura, primera fase del ciclo para la elaboración del pan.
Los más jóvenes no tenían ni idea de lo que era recoger la espiga seca del centeno, pero ayer comprobaron en carne propia el esfuerzo que realizaban sus antepasados cuando el campo no estaba mecanizado.
Así, cerca de un centenar de seitureiros regresaron al campo, desde las 10 de la mañana, con sus cantos incluidos, para segar el carro que dio la finca alaricana de O Corgo.
Ataviados con un sombrero de paja, ropa de lino, manoplas, zagones y una hoz, los congregados en la seitura dejaron escuchar sus cánticos hasta la misma autovía Rías Baixas.
El calor asfixiante de otros veranos no se presentó en esta ocasión, por lo que la labor del segador resultó mucho más fácil, aunque no faltaron los que sudaron la gota gorda para llegar al final del surco, aunque entre canto y canto, acabaron la faena entregando el gadaño al que le seguía, pues el descanso nunca está de más.
A media mañana, como ya es tradición, llegaron las mujeres y los voluntarios del pueblo con el almuerzo reparador. Un descanso bien merecido en el que las historias del pasado salieron a la luz. Así, los mayores contaban a los jóvenes que ésta es una tradición que viene desde muchos siglos atrás y que resultaba infinitamente más dura que ahora, pues hoy se hace en unas horas, pero antes eran nueve o diez días segando y, quizás, sin nadie alrededor para ayudar.
Tampoco faltaron los que recordaron aquellas épocas en la que los castellanos venían a las aldeas de la provincia para ayudar en la labor, tan sólo había que asegurarles una paga digna, comida y bebida de sustento, y un lugar donde pasar la noche, ya fuera cuadra, molino o bodega.
Una vez terminada la pausa del almuerzo, se procedió a apilar y atar los mollos, dejándolos preparados para la siguiente fase del ciclo, la malla, que también tendrá lugar en Queiroás, en el mes de agosto. La faena se traslardará hasta el Muíño do Burato, donde se molerá y se concluirá con la elaboración de los bollos y barras de pan, con su horneamiento posterior.
La jornada concluyócon una comida amenizada por gaiteiros, y en la que no faltó la taza de caldo gallego y los chorizos criollos.
Así, cerca de un centenar de seitureiros regresaron al campo, desde las 10 de la mañana, con sus cantos incluidos, para segar el carro que dio la finca alaricana de O Corgo.
Ataviados con un sombrero de paja, ropa de lino, manoplas, zagones y una hoz, los congregados en la seitura dejaron escuchar sus cánticos hasta la misma autovía Rías Baixas.
El calor asfixiante de otros veranos no se presentó en esta ocasión, por lo que la labor del segador resultó mucho más fácil, aunque no faltaron los que sudaron la gota gorda para llegar al final del surco, aunque entre canto y canto, acabaron la faena entregando el gadaño al que le seguía, pues el descanso nunca está de más.
A media mañana, como ya es tradición, llegaron las mujeres y los voluntarios del pueblo con el almuerzo reparador. Un descanso bien merecido en el que las historias del pasado salieron a la luz. Así, los mayores contaban a los jóvenes que ésta es una tradición que viene desde muchos siglos atrás y que resultaba infinitamente más dura que ahora, pues hoy se hace en unas horas, pero antes eran nueve o diez días segando y, quizás, sin nadie alrededor para ayudar.
Tampoco faltaron los que recordaron aquellas épocas en la que los castellanos venían a las aldeas de la provincia para ayudar en la labor, tan sólo había que asegurarles una paga digna, comida y bebida de sustento, y un lugar donde pasar la noche, ya fuera cuadra, molino o bodega.
Una vez terminada la pausa del almuerzo, se procedió a apilar y atar los mollos, dejándolos preparados para la siguiente fase del ciclo, la malla, que también tendrá lugar en Queiroás, en el mes de agosto. La faena se traslardará hasta el Muíño do Burato, donde se molerá y se concluirá con la elaboración de los bollos y barras de pan, con su horneamiento posterior.
La jornada concluyócon una comida amenizada por gaiteiros, y en la que no faltó la taza de caldo gallego y los chorizos criollos.