Pisco, el toro enamorado de la luna de Lantemil

photo_camera Pisco pasó la noche bramando y despertó a todos los vecinos de este lugar.

La calma habitual de la pequeña aldea de Lantemil (A Illa, Entrimo) se vio perturbada en la madrugada de ayer por un curioso suceso que alertó a la veintena de vecinos que residen en esta zona, los cuales se vieron obligados a avisar al Seprona. Vecinos como Antonio Pérez recordarán por mucho tiempo lo acontecido la pasada madrugada. Eran las cinco de la mañana cuando un sonido que no sabían identificar comenzó a colarse en las casas. Los lugareños se sorprendieron y enseguida empezaron a correr los “guasaps” alertando al resto. Los 18 vecinos que viven habitualmente en Lantemil  y los familiares que suelen pasar el fin de semana en la zona saltaron de sus camas sobresaltados, hacia la ventana. No parecía el aullido de un lobo, ¿qué podía ser? El miedo disparó la conjeturas en una noche de tormenta.

“Nos asomamos a la ventana porque escuchábamos unos bramidos y unos quejidos fuertísimos, nos asustamos”, cuenta Antonio Pérez. Frente a su ventana, a las cinco de la mañana, logró vislumbrar un toro que emitía unos bramidos muy intensos en un campo de Lantemil. Los más atrevidos se acercaron a la zona y el Seprona hizo su aparición posteriormente, alertado por las llamadas del vencindario. “Era el bramido de un toro solitario que posiblemente esté en celo”, aseguraron tras acudir al prado en el que se encontraba, solo, el animal.

“Nadie podía dormir del miedo que teníamos cuando no sabíamos qué sucedía. Es que todo el mundo lo oía”, señalaron los vecinos, quienes definieron el mugido del toro como “un gemir intenso y persistente, parecía como si estuvieran degollando a un gran animal”. Se trataba de Pisco, un toro semental que seguidamente fue trasladado a la explotación a la que pertenece, en Olelas.

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