El secreto de Rosa, 102 años: "Beber mucha leche”

Tal día como un 23 de febrero de hace 102 años -aunque ella insiste en que fueron 103- nació Rosa Vázquez, vecina de Lobios, apasionada de la música de Antonio Molina, ávida lectora y luchadora que sacó adelante a una hija en tiempos convulsos.

Rosa Vázquez, natural de Padrendo (Lobios), se une al club de centenarias de la provincia, y lo hace -curiosidades de la vida- el mismo día que nació Rosalía de Castro, algo que su hija, Remedios Sousa, considera “un honor”, aunque matiza que, por otro lado, “es una pena que también coincida con el 23F”. 

A Rosa le han puesto este año una tarta con sus 102 años, “aunque ella insiste en que tiene 103”, explica su hija.  Lo que mejor recuerda Rosa de su juventud es lo mucho que tuvo que esforzarse para vivir: “Trabajé mucho, y sin seguro”. Y no duda en asegurar que en sus tiempos “se comía mejor que ahora, ya que usábamos mucho la cuchara”. Y hay, eso sí, algo que echa de menos respecto a su juventud: “La gente estaba más unida”.

Lo que recuerda  como una de las etapas más duras de su vida fue la pérdida de su esposo, que falleció muy joven, dejándole una niña de nueve meses. “Fue el único hombre que yo conocí, y él igual conmigo. Ahora es diferente, los jóvenes no aguantan tanto, la cosa ha evolucionado”, detalla.

Aunque con problemas de audición y de movilidad, esta centenaria no ha dejado a un lado ninguna de sus aficiones; está al corriente de todo lo que sucede en Padrendo y Lobios, y de vez en cuando se atreve con un libro, aunque, según reconoce, cada vez le cuesta más trabajo ver la letra “tan chica”. De joven, Rosa Vázquez era apasionada de Antonio Molina a quién gustaba escuchar en compañía de sus vecinas. De forma coral y arrancándose a capela, la música de Molina era la banda sonora de las noches de verano de las mujeres de Padrendo.

En su balance entre el ayer y el hoy, lo tiene claro: “Ahora hay más comodidades pero antes se vivía con menos preocupaciones”.  A sus 102 años, el frío del invierno le pesa, así que se refugia en su mesa-camilla mientras sigue los programas de televisión. Para Rosa, el secreto de su salud es «beber mucha leche» costumbre que mantuvo desde que vivía, de niña, con sus padres.

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