ACEPCIONES DE LA PALABRA CRISIS

La palabra crisis, por desgracia, está de moda, y es obvio que quizás es el vocablo que más se oye y se lee en estos tiempos últimos. Aunque es cierto que pocas veces en la historia haya habido a la vez tantas cuestiones juntas en estado crítico, como ahora. Nos atrevemos a decir que el término crisis está empleado con profusión amplia definiendo causas que responden a su exacto significado en la actualidad.
Si observamos las acepciones del vocablo en el diccionario de la RAE vemos que figuran las de 'mutación considerable que acaece en una enfermedad, ya sea para mejorarse o agravarse', así como la de 'momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes', entre otras; por ello es propio decir que tal o cual circunstancia está en crisis cuando se requiere necesariamente una modificación, replanteamiento o adaptación a nuevas necesidades económicas y sociales.

A lo largo de la historia ha habido épocas o periodos críticos. Valga recordar en nuestro país la crisis del 77 en la que la inflación alcanzó el 47%, con alto índice de paro y con tinte y consecuencias parecidas a la actual, con las diferencias de que nos había pillado tal vez más alerta por haber tenido cinco años antes (73), la anterior como consecuencia del alza del precio del petróleo; y además, los medios de comunicación tampoco la maximizaron en aquel momento. No vamos a negar que a día de hoy existen en el mundo muchos focos críticos; también las guerras, las hambrunas, las miserias lo son, pero esto ocurrirá siempre y seguramente cada vez con más frecuencia, por la simple razón de que avanzamos más deprisa en todo, aunque tenemos a favor que cada vez dispondríamos de más y mejores medios para encontrar soluciones.

La actualidad mundial pasa por momentos difíciles por ser varias cuestiones las que se encuentren verdaderamente en crisis, y de las cuales se deriva todo lo demás, las económicas y culturales entre las gentes, la creciente alza de precios de productos básicos y la recesión económica y productiva, que da lugar a inflación y desempleo. Hay que confiar en que todas ellas se vayan resolviendo favorablemente con voluntad político-económica, de manera que el futuro se defina con situaciones que, basadas en reformas y adaptaciones adecuadas, consolide un modus-vivendi normal, seguro y alejado de desagradables alteraciones, para desterrar esa odiada palabra: crisis.

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