Escribo estas líneas en relación con la noticia del fallecimiento de la misionera ourensana María Rodríguez. Mi reconocimiento y agradecimiento a ella por tan grande obra, y su amor y entrega hacia los demás, que no es otra cosa que el amor puro de Cristo.
Como soy argentina y conozco esos lugares donde estuvo, sé que no es fácil su tarea con las temperaturas altísimas, los mosquitos y las enfermedades. Lugares como Añatuya, Quimili o Colonia Dora son zonas endémicas con el mal de Chagas acechando a todos, y muchas veces contagiando a médicos y enfermeras, a pesar de que se fumiguen y traten de erradicar a las vinchucas infectadas, por eso mi asombro desde este lado, en Ourense, de esta noticia que me llegó muy de cerca.
Vaya mi reconocimiento por el buen hacer de la Diócesis Misional y sobre todo el buen ejemplo de esta misionera que seguro Dios le dará su recompensa.
Vaya mi reconocimiento por el buen hacer de la Diócesis Misional y sobre todo el buen ejemplo de esta misionera que seguro Dios le dará su recompensa.
