AUSTERIDAD EN LAS NAVIDADES

Cada época del año está cargada de interrogantes que nos invitan a la reflexión.
Presentarnos el Nacimiento en su rigor histórico nos motiva a la austeridad, a la solidaridad con los otros. Sin embargo, la economía del consumo crea una tabla de salvación en el incremento del gasto. Así, las empresas incrementarán la facturación y podrán llegar a una cuenta de resultados más satisfactoria. La experiencia pone de manifiesto que el consumismo no es la solución ni para el socialismo ni para el capitalismo. El camino ha de buscarse más bien en la austeridad, pero no en la austeridad como privación, sino como jerarquización de la riqueza para dar satisfacción a las necesidades reales.

Para mejorar nuestra sociedad no hemos de aplicar doctrinas o esquemas ni copiar modelos ya existentes, que lo único que hacen es profundizar en las desigualdades sociales; sino recorrer caminos nuevos, todavía por explorar, es decir, inventar algo nuevo, pero que esté bajo la piel de la historia, algo maduro, necesario y, por consiguiente, posible. El primer momento de este trabajo es el encuentro con las necesidades reales de las personas que no se pueden plantear el incremento del consumo como salida para el encuentro de su alegría de vivir la vida.

Es necesario darle un sentido económico, político y moral a la austeridad. La austeridad es el medio de impugnar por la raíz y sentar las bases para la superación de un sistema que ha entrado en una crisis estructural y de fondo, cuyas características distintivas son el derroche y el desaprovechamiento, la exaltación de los particularismos y de los individualismos más exacerbados, el consumismo más desenfrenado. Austeridad significa rigor, seriedad y también justicia, es decir lo contrario de lo que hemos conocido hasta ahora y que nos ha conducido a la gravísima crisis en la que los pobres son todavía más pobres, sin que se vean alternativas creíbles.

Austeridad es para los hombres y mujeres de bien, sin otra pretensión que darle sentido a la vida, la lucha efectiva contra la situación de miseria existente, contra la evolución teledirigida por las especuladores, y al mismo tiempo, premisa, condición necesaria, irrecusable, para realizar el cambio. Concebida de esta manera, la austeridad se convierte en un arma de lucha moderna y actualizada contra los defensores del orden económico existente, como contra los que la consideran la única situación posible en una sociedad destinada orgánicamente a permanecer atrasada, cada vez más cargada de injusticias, de contradicciones, de desigualdades.

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