Ha sido el Casino de Entrimo, a lo largo de sus más de 125 años de historia, lugar de encuentro de la gente de la comarca, primum latens de apertura cultural e instruccional a la sociedad entrimeña de la época del siglo XIX, con un sinfín de anécdotas entre las que, en este escrito, destaco dos.
La primera de ellas es la de la creación de un mural, un fresco, en una de las paredes de tal insigne edificio. Este mural, creado por el padre del que suscribe esta nota y por José Luis 'cabriteiro', era una de tantas muestras de creación artística y cultural entre las que además había conferencias, charlas, ajedrez, etc. Lástima que esa pequeña muestra de lo que el Casino llegó a ser, no sobreviviera a un fatídico incendio allá por los años 60. Y es que, todo comenzó con la creación del 'Círculo Agrícola de Recreo e Instrucción de Entrimo', asociación que pretendía el desarrollo cultural de la entonces villa, por su nutrido censo. Este apunte anterior vale para presentar la segunda anécdota, si bien, me gustaría etiquetarla de triste borrón en la historia de este singular edificio y, por extensión, en la historia de la sociedad entrimeña. Durante los últimos años la gente dejó de hablar y escuchar, el éxodo rural y los fallecimientos hacían mella en la población, la cultura fue enmudeciendo a golpe de salsa y 'reaguetón' ensordecedores? Y es entonces, cuando surge la figura del vil y necio que, en el rincón oscuro de la ignorancia, en la celda de su corta locura encolerizada y, en definitiva, en una vida llena de sinsabores, decide 'demoler' el edificio. A veces debemos recurrir a la historia, tanto a la tradición oral como a la escrita, para rememorar nobles pretensiones de recreo honesto y difusión cultural anheladas por nuestros paisanos antepasados.
Concluyo, otra vez, apelando al número 2, número primo y sólo divisible por uno y 'por uno mismo', esta vez con dos citas, ambas de Jacinto Benavente: 'Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos' y 'La cultura es la educación del entendimiento'.
Concluyo, otra vez, apelando al número 2, número primo y sólo divisible por uno y 'por uno mismo', esta vez con dos citas, ambas de Jacinto Benavente: 'Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos' y 'La cultura es la educación del entendimiento'.
