Los chicos no lloran

Crisis, crisis y más crisis; la rutina, el día a día o las malas noticias conducen a los mismo, jóvenes resignados dotados de un pesimismo exarcebado que ven mermado con impotencia cualquier halo de esperanza, mientras la vida pasa y nada cambia. En medio de esta catarsis, los pequeños detalles cuentan y valores insoslayables como dedicación, atención, profesionalidad, esfuerzo, formación, humanidad, humildad o simplemente paciencia, pilares fundamentales que definen el estatus de cualquier sociedad postmoderna europea, adquieren un mayor significado; lo malo se presupone, lo bueno se agradece y de agradecer va la cosa.
Hace días, las resonancias hablaron y mi vida daba un giro de ciento ochenta grados, cuarenta milímetros de mala leche se asentaban en el cerebelo con intención de quedarse sin autorización expresa, la peor de las pesadillas se hacía realidad, una realidad injusta como lo es cualquier enfermedad.

Última llamada para el pasajero de la 420, a bordo, la mejor tripulación, en este contexto y sumido en un mar de dudas cambié el rol de: típico estudiante español cuya utilidad es según los medios de comunicación social engrosar los índices de población activa o pasiva (dependiendo de cómo se mire), por: paciente víctima del servicio público de salud, perdón, ¿dije víctima? Quería decir afortunado. Si algo puedo decir del servicio de neurocirugía del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense es ¡gracias! Resulta que tenemos a los mejores médicos, enfermeros, personal sanitario, sociosanitario y es necesario ingresar en el hospital para darse cuenta.

A nadie le gusta ir al hospital, ni siquiera de visita, pero ayuda el hecho de pensar que es el mejor sitio donde se puede estar cuando uno está enfermo. En esta travesía por el desierto, familia, amigos y una excelente guía se convierten en los mejores compañeros de viaje, un viaje en busca de este particular oasis, taciturno y prosaico, sino fuera por sus facultativos. Debería se trending topic que el CHOU cuenta con un servicio de neurocirugía cum laude, corroborado tanto por la cualificación personal como profesional del personal que lo compone, lo que sumado a un escenario como el actual, acuciado por la crisis, lo engrandece más si cabe.

A todos ellos, mi más profundo agradecimiento y reivindicación, porque además de salvar vidas, prescriben buenas dosis de felicidad ante una sociedad carente de ella y dónde se tiende a discernir su es mejor en genérico o marca comercial.

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