Como respeto profundamente lo que se reivindica en el Día de la Mujer y es un día para que la mayoría de hombres guarden silencio y escuchen a las mujeres que tienen cerca, sólo me gustaría advertir que, al margen de lo que digan psicólogos, sociólogos, antropólogos y otros -ólogos (lo siento por el masculino neutro plural, pero es un estigma del idioma difícilmente modificable), el camino ganado no debe retrocederse ante viejas rencillas y el mundo occidental está cada vez más cerca de una igualdad total.
Me parece anecdótico y para nada útil valerse de datos que ensalzan el rendimiento académico de la mujer o estudios que distinguen notablemente al hombre en lo relacionado a sus capacidades motrices.
Es absurdo pensar que sirve para algo, en lo que se refiere al progreso de la igualdad entre sexos, decir que hay un 54 o un 56% de mujeres en la universidad, y que un 59% de mujeres muestran mejores resultados académicos tanto en secundaria como en estudios superiores, porque entonces tendríamos que hablar de por qué existe casi un aberrante 70 % de hombres en las ramas técnicas de formación profesional y un 59 % en las ramas técnicas universitarias.
Existen tantos factores culturales, sociales y educacionales en estos datos estadísticos (y por ser estadísticos, en lo que se refiere a la pura verdad, se convierten en falsos, meras aproximaciones) que es mejor no usarlos como arma que ensalza a un sexo o al otro, siendo de nuevo un generador de diferencias inexistentes, un canalizador de odio y rencores ya pasados. Simplemente somos distintos géneros de un mismo ser, diferentes y a la vez iguales.
Quizás esté en nuestras manos ser los progenitores de una generación en la que apenas exista una concepción sexista.
Es absurdo pensar que sirve para algo, en lo que se refiere al progreso de la igualdad entre sexos, decir que hay un 54 o un 56% de mujeres en la universidad, y que un 59% de mujeres muestran mejores resultados académicos tanto en secundaria como en estudios superiores, porque entonces tendríamos que hablar de por qué existe casi un aberrante 70 % de hombres en las ramas técnicas de formación profesional y un 59 % en las ramas técnicas universitarias.
Existen tantos factores culturales, sociales y educacionales en estos datos estadísticos (y por ser estadísticos, en lo que se refiere a la pura verdad, se convierten en falsos, meras aproximaciones) que es mejor no usarlos como arma que ensalza a un sexo o al otro, siendo de nuevo un generador de diferencias inexistentes, un canalizador de odio y rencores ya pasados. Simplemente somos distintos géneros de un mismo ser, diferentes y a la vez iguales.
Quizás esté en nuestras manos ser los progenitores de una generación en la que apenas exista una concepción sexista.