Se ha dicho con frecuencia que los grandes imperios siempre han caído por su grandeza, pero también por sus innumerables miserias morales; de este modo el ciclo se invierte (siempre) y los que antes eran los pobres ahora pasarán a ser los ricos.
Viene esto a colación de lo acontecido en Lisboa, donde el presidente colombiano le ofrece a su colega portugués la ayuda que necesite si ello va a ser positivo para su país y para que Europa salga de la crisis. La prensa portuguesa no especifica la respuesta del político luso a dicha oferta, aunque es fácil de imaginar conociendo la altivez europea y su desdén hacia América Latina. Tal vez si los políticos europeos se hubieran planteado la mera posibilidad de esta crisis y sus graves consecuencias (en España con millones de personas en paro y con hambre) es muy probable que acertaran y en ese caso habrían sido conscientes de que una mano amiga siempre es bienvenida. Pero no lo han hecho.
