EL DEBATE: ¿EQUILIBRIO, CAMBIO O DIMISION?

La crispación política no nos va a sacar del hoyo en el que estamos. A pesar de todo lo anterior el Debate sobre el Estado de la Nación enriquece poco a la ciudadanía, porque nos ofrece pocas alternativas, ya que enfrenta a dos o más modelos diferentes de construir el Estado y de mejorar nuestra situación económica y social. Por suerte o desgracia, hay algo que no se ve con claridad a mi entender, y ello se refiere a la necesidad de activar claras políticas de fomento y estímulo a las empresas para crear empleo, y de otro lado también obligar con medidas fiscales a que la inversión crezca.
En el debate del Estado de la Nación hay quien apuesta por hacer equilibrios, quien pide cambios, y quien es totalmente derrotista. Sin embargo nada de esto cambia el status quo de las cosas, y difícilmente si no se invierte en una mayor democracia participativa, y en implementar soluciones más cercanas a la ciudadanía, poco o casi nada se va a conseguir. Nadie escarmienta en cabeza ajena, por eso el Gobierno no conoce qué es estar parado, o ser pobre, o no llegar a fin de mes? Si de alguna forma experimentásemos tal situación a lo mejor las perspectivas de muchas cosas cambiaban.

El estado de la Nación, su debate, no puede ser un añadido de una representación de más de lo mismo, y un pasar página ante la grave situación que vivimos. No, hace falta algo más, me refiere a nuevas ideas, a implementar cambios, y a dar esperanzadas soluciones. Da pena que se repita lo mismo, pero difícilmente veamos el fin del túnel; por ello la dinámica de la cosa pública y política debe de cambiar.

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