discurso y provocación real

Ávidos de palabras reales, cenamos el 24 con uno de los mensajes más huecos, vacíos, inconsistente y provocadores. Aparece el ciudadano Juan Carlos -al que llaman 'el campechano'- con un retrato de Felipe V -al que llamaron 'el animoso'- que le guarda su retaguardia. Otros años el rey de España, en sus alocuciones navideñas, se hacía acompañar por retratos familiares.
Este año el negro que propuso la redacción de este discurso vacío de contenido elige como elemento decorativo un retrato de Felipe V, primer rey de la dinastía de los Borbones en España. Una clara provocación al pueblo catalán. Pues no pasa desapercibido que Felipe V promulgó la Ley Sálica, lo que provocaría, un siglo después, las llamadas guerras Carlistas. Cataluña, mediante la Asamblea de Notables del Concejo de Ciento, declara la guerra a Felipe V. Las tropas borbónicas entran en Barcelona, pese a la heroica defensa de sus ciudadanos, y se destruye una tercera parte de la ciudad. En recuerdo de esta jornada negra se instituyó la conmemoración de la Diada. Tras la caída de Barcelona, Felipe V ordena la desaparición de la Generalitat, así como del Consejo de Ciento. Penaliza con milllones de reales a todos los que fueron partidiarios del Archiduque, ya fueran castellanos o residentes de la antigua Corona de Aragón.

La represión borbónica en Cataluña se manifiesta en el ámbito cultural con la supresión de las seis universidades existentes. El Decreto de Nueva Planta borbónica se expande por todo el reino, estableciendo una única lengua vehicular -el castellano- y un estado único centralizado. Se implanta una reforma fiscal que alcanza en Cataluña su más decidida expresión con la creación del tributo del Catastro. Los intendentes serían los encargados de cobrar los impuestos y en los municipios se crea la figura de los corregidores reales, encargados de hacer efectivo el pago recaudatorio.

Interesa conocer la historia para que no se repitan más errores. Nadie en posesión de un pensamiento único puede imponer a otros sus maneras y formas, de las que, como vemos, viene a reincidir en torpezas y desatinos fehacientes. No se puede amordazar a un reo, a un pueblo o a quienes, en pleno derecho, reivindican otras maneras de gobernar sin alforjas pesadas de lastres, cuajadas en constantes desatinos de gestión.

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