EFEMÉRIDES

Es el ánimo de rendir homenaje a lo que se consideró una vía para la modernización de España el que cada año lleva a recordar por estas fechas la II República. Con creciente nostalgia son muchos los que rememoran aquel proyecto fallido del que anda por ahí una frase que le atribuyen a Azaña ( 'os ofrecí el diálogo y me contestásteis con las armas'). Por cierto muy gráfica, ya que es (desde mi punto de vista) en la falta de credibilidad del político dónde empieza a gestarse el golpismo.
De un modo paralelo, ciertos sectores ideológicos aprovechan para socavar la institución monárquica. Y por eso, cada ocasión, o con motivo de cualquier efeméride, redoblan las críticas y siembran sombras sobre su constitucionalidad y función. Así, se hace olvidar un poco el centro de la cuestión, con uno de los episodios más negros de la historia de España: la triste sublevación militar, la guerra civil y la dictadura del franquismo, tras la caída de la II República.

Afortunadamente, cuando uno ha vivido ciertas cuestiones en proximidad, entre ellas la idea republicana, y con tanta insistencia se le ha inculcado esa ceguera emocional del rencor, puedo decir que algo profundo acaba por removerse dando un cambio sustancial en su sistema de valores. Lo he vivido personalmente y estoy de vuelta en ello porque fue una metamorfosis intensa y una vacuna frente a las cargas de profundidad que ahora se dedican a la Corona, pretendiendo ignorar su loable función democrática. De este modo, aunque no soy monárquico, la monarquía ha terminado por asemejárseme hoy la institución menos contaminada.

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