Érase una vez un divertido país

'Para no hacerte mala sangre, lo mejor es tomárselo todo un poco a guasa', me aconsejaba recientemente un sandunguero amigo de muchos años atrás, tantos como hasta hace poco lo eran Pep Guardiola y Tito Vilanova, quienes, sorpresivamente, se han cruzado mutuos reproches en pleno mes de julio, sin esperar a septiembre, que es cuando los árboles empiezan a despojarse de sus inútiles hojas muertas.
¡Lástima que al bueno de Tito se le haya manifestado por tercera vez su cruel enfermedad! Mi amigo, insisto, tiene una cualidad poco común, que casi siempre hace una lectura humorística y divertida de todo lo que acontece, incluidas las historias más desagradables, que son mayoría y que cotidianamente ilustran la actualidad informativa. 'Solo son noticia, las malas noticias', era la cantinela que me inculcaron en mis primeros años de periodista.

Siguiendo el amical consejo, puedo prometer y prometo hacer un esfuerzo y no ponerme de mala leche cuando lea ciertas noticias, como, por ejemplo, bien pudiera suscitar el caso de Francisco Pérez de los Cobos, presidente del muy imparcial Tribunal Constitucional. El periódico 'El País' desvelaba hace unos días que pagó cuotas de militante del PP hasta el año 2011. Guiado por una absoluta ingenuidad y, sobre todo, por un inducido sentido del humor, debo pensar que en las sesudas decisiones judiciales del referido alto magistrado no ha habido ningún tipo de partidismo, o si lo prefieren, de sectarismo político. No se rían, por favor, lo digo en serio.

¿Para cuándo una verdadera regeneración e independencia del poder judicial?, se pregunta mi alter ego, más proclive al pesimismo y, por tanto, más realista y menos divertido. Y ya puestos a pedir utopías, también me planteo lo siguiente: ¿será posible cercenar de una puñetera vez la corrupción política de este país? En cualquier caso, pienso que si algún siglo de estos conseguimos encontrar respuestas a cuestiones tan capitales, sin duda, disfrutaremos de un país mucho más habitable y, quizás, podríamos empezar este venturoso relato de esta guisa: 'érase una vez un divertido país?'. Pero lo que hoy por hoy no me acaba de cuadrar, por ejemplo, es que el mandamás de Mediaset España, el inefable Paolo Vasile, se erija en oportunista paladín de la limpieza playera, mientras mantiene determinados platós de su cadena 'Tele 5' abarrotados de maloliente telebasura.


PD/ Escribí estas líneas mientras disfrutaba de unos días de asueto en la comarca del Alta Palancia (Castellón). Ya de regreso a casa, me enteraba de la catástrofe ferroviaria acontecida en Santiago de Compostela el 25 de Xulio, ´Día da Patria Galega'. Mi más sentido pésame a las víctimas.

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