explotación consentida

n n n¿Y si dejamos de consumir determinados productos? Nuevamente, a los más de mil muertos del edificio Rana Plaza de Bangladesh se han venido a unir los 112 muertos y más de mil heridos (las cifras reales se ocultan) que en condiciones de explotación se vieron atrapadas (las puertas estaban bloqueadas) muriendo por quemaduras o al saltar al vacío en una empresa de confección. Se trata de empresas que consiguen el milagro de vender sus productos simplificando el precio de coste. Además están los cómplices: aquellos que a sabiendas de su origen participan del consumo de sus productos.
La violencia de clase existe, faltaría más. Y quizá es la que más mata en la actualidad, unas veces por aplastamiento y otras por el fuego o saltar al vacío para escapar de las llamas como ha sido el caso. Las víctimas son trabajadores, a veces niños, que en condiciones infrahumanas confeccionan la ropa para firmas como Walmart, Dysney, Teddy Smith.

Hay otras firmas, quizá menos lejanas. Se trata en general de empresas que mueven miles de millones pagando salarios de treinta euros al mes por una jornada de doce a catorce horas al día.

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