Fallece el humanista josé luis sampedro

n n nA los 97 años ha fallecido un hombre que apoyó con fuerzas los movimientos renovadores de la sociedad moderna como el 15-M. Escribió el prólogo a la edición en castellano del libro de Stéfane Hessel, 'Indignaos', el otro gran rebelde ante la realidad social de los 'recortes'.
La ética, la crítica inteligente y generosa sirvieron de fundamento a toda su polifacética actividad. En 1968, descontento con las sanciones contra catedráticos antifranquistas, abandonó la Universidad y, en 1969, se trasladó a Salford y Liverpool (Reino Unido), donde fue profesor visitante. Regresó a España en 1972, y posteriormente desempeñó la cátedra de Ética en la Complutense.

El trabajo intelectual de Sanpedro se proyecta sobre la actividad económica y aboga por una economía humanista, solidaria y responsable, orientada a desarrollar la dignidad de la persona y de los pueblos. Ejemplos de esta concepción son su producción literaria 'Octubre, octubre' (1981); 'La sonrisa etrusca' (1982); 'La vieja sirena' (1990); 'Real Sitio' (1993); 'Escribir es vivir' (2003); 'La senda del dragó ' (2006); 'La ciencia y la vida' (2008). Entre sus obras económicas destacan 'El mercado y la globalización' (2002); 'Sobre política, mercado y la convivencia' (2006); 'Economía humanista. Algo más que cifras' (2009). El pensamiento de Sampedro se proyecta sobre la naturaleza social de la actividad económica y sus efectos sobre la realidad social en que se desarrollan. Su vocación de educador a través de la palabra y de sus escritos son elementos liberadores para la juventud. No basta con leerlo y oírlo, es necesario comprenderlo y escucharlo.

Mira la realidad social y económica con ojos de filósofo. Estableció una relación dialéctica entre la 'razón' y la 'calle'. No toda expresión de la sociedad civil es civilizada en el sentido de que persigue sus objetivos a través de medios deliberativos y pacíficos. Las manifestaciones, los movimientos sociales son un instrumento que facilita el paso de la conciencia individual de opresión a la conciencia colectiva de la libertad necesaria. El fallecimiento de Sampedro nos trae a la memoria inequívocos aires proféticos en realidad emanados de la pluma del Che Guevara: 'Mañana, cuando yo muera, no me vengáis a llorar, nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad'. La pérdida de la vida como fatalidad personal suprema no deja su rastro desolador sin aportar el beneficio de su obra si, en clave de la filosofía del desastre productivo, se sabe hacer la lectura correcta de los acontecimientos e instrumentalizarlos consecuentemente. La razón de la calle progresa sacando de sí las conclusiones que sirven de premisas, a otras conclusiones, sin que nada extraño a ella quepa.

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