Familia, correa de transmisión de la fe

La importancia de la familia en la transmisión de la fe es un dato de experiencia universal. Quienes hemos tenido la suerte de nacer en una familia cristiana, sabemos que en ella hemos descubierto las grandes realidades de nuestra fe: que Dios es nuestro Padre, que Jesucristo es nuestro Redentor, que el Espíritu Santo es nuestro Santificador, que la Virgen es nuestra madre, que la Iglesia es la gran familia donde la fe se celebra y robustece, que todos los bautizados somos hijos del mismo Padre y, por tanto, hermanos, etcétera.
Algo parecido ocurre con la transmisión de los grandes valores. En la familia se aprende a convivir, a quererlos en medio de la diferencia, a aceptarlos tal como son, a valorarlos por lo que son más que por sus cualidades, a quererlos aunque tengan deficiencias físicas o psíquicas. En la familia se aprende a compartir, a perdonar, a ayudar a los demás, a trabajar, a sufrir, a disfrutar con las grandes alegrías y llorar.

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