Formación cristiana

Tres son los factores que integran la buena educación o formación del cristiano: la familia, la Iglesia y la escuela. Los tres no se contradicen sino que se ayudan, se complementan y se amplían. En cuanto a la familia, el buen ejemplo de los padres, la enseñanza de los abuelos y a veces los hermanos mayores.

La Iglesia en la catequesis no sólo amplía esos primeros conocimientos sino que los explica con pasajes de la Historia Sagrada y los espiritualiza. Mientras que la escuela los relaciona con la sociedad, los hombres y demás prójimos. Recuerdo en mi infancia entre las rodillas de mi abuelo paterno, con mucha paciencia de su parte, me enseñaba repitiendo una y otra vez el Padrenuestro, lo mismo que mi madre al acostarme el acto de contrición, el credo, la salve y demás oraciones y mi padre el catecismo.

Desgraciadamente hoy están en crisis estos tres factores tan necesarios en la formación de la juventud. En cuanto a la familia, si trabajan los padres, cansados, no tienen la paciencia necesaria para repetirle una y otra vez la doctrina cristiana, aparte de la curiosidad de la televisión y los deberes de los que vienen siempre cargados los niños del colegio. La catequesis, los sacerdotes con más de 10 pueblos y las varias misas los domingos y festivos terminan rendidos y agotados.

En los colegios hoy las leyes tan cicateras de la enseñanza sobre la religión, la escasa limitación de las horas de clases y, sobre todo, las facilidades que dan a los alumnos para la no asistencia, dificultan y perturban esa misión gloriosa y necesaria de la enseñanza religiosa. Por consiguiente, en estos tiempos de laicismo y descreencia debemos de urgir e insistir en la obligación sagrada de los padres, haciéndoles ver la obligación sagrada de la formación religiosa de sus hijos a costa de sacrificios y privaciones, la mejor manera de que sean obedientes, amantes y dóciles con sus padres, puesto que son los primeros beneficiados de la buena educación de los hijos.

El sacerdote debe de ver un resquicio o manera de encuentro ya sea los días festivos o de la semana con los niños y padres, los futuros cristianos del mañana. Lo mismo que los gobernantes, haciéndoles ver la gran responsabilidad y la suma importancia de la formación de los jóvenes. Con ello serán los mejores súbditos para el gobierno de los pueblos.

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