Una vez más, con el PP en el poder, la gala de los Goya fue un 'revival' de la gresca del 'No a la guerra'.
La 'Zeja' está de vuelta. Los actores, los de siempre, convirtieron lo que debía ser la gran fiesta del cine español en un auténtico mitin contra el Gobierno. Todo menos cine. Y, como siempre, gracias al dinero público, que, primero, sostiene las películas y a los intérpretes, y en esta 'su fiesta' sufragó una gala para la que apenas había patrocinadores. Todo aderezado con la demagogia y la desfachatez habituales. Y, para culmen, una de las premiadas se descolgó, sin venir a cuento, con una expresión fuera de tono y de lugar: 'He visto morir a mi padre en un hospital público en el que no había mantas ni agua...'. Y si es así ¿qué espera para denunciarlo en un juzgado de guardia? Sin duda, un buen hijo lo haría.
