Los honores a valente

Poco tiempo antes de morir, en una conversación telefónica, Valente me decía: 'Dile a Manolo Cabezas que hace más de veinte años que vivo en la calle José Ángel Valente', indicando que le daba igual que Orense le dedicase una calle o no.
Cuando Valente tuvo placa y 'honores' del PP ya había muerto. Han tenido que pasar 18 años ?desde que el PSOE tocó poder municipal y que considera a Valente uno de los 'suyos', no sé por qué?, para que haya propuesto dar su nombre, al nuevo centro de 'todocabeaquí', es decir al edificio del antiguo Banco de España.

Si la propuesta hubiese sido hecha a tiempo, habríamos de imaginar a Veiga Pombo o a Agustín Vega reconociéndole honores a Valente. Aquellos herederos de Manuel Suárez ?¿se dan cuenta de la gravedad??, no dieron para tanto, pero tampoco aquellos otros que vinieron luego, que en pre-campaña electoral se presentaban como herederos de Suárez sin tener en cuenta que ya había otros que habían estado en medio.

A día de hoy están estos últimos, unos imputados y otros cuestionados: como con capacidad para honrar a alguien. Retrata Valente en sus poemas este Orense mediano y terrible, por eso no es querido. Tienen noticia en todo el mundo de ese Orense gracias a él, pero también de ese otro Orense mártir, cuando nadie se atrevía a hablar de tales cosas; de otro Orense imaginado o posible, luminoso, sutil, crítico, ácido y moderno como era el de La Zarpa, del que Valente provenía, o el de la Generación del 30 que, conveniente y habitualmente se oculta o se tergiversa. Darle su nombre al céntrico/centro de 'nosesabequé', se parece bastante a lo que cuenta en 'Variación sobre el ángel': exponerlo a que contemplen sus 'sórdidos paisanos (?) el abrasado rastro de otro ángel caído', en definitiva, tomar su nombre en vano, dar cobertura a la vulgaridad municipal, justificar una ocurrencia. No redime tal mediocridad ni tal tardanza, otorgarle un honor que no es sino honor para la ciudad o para aquellos que hacen la propuesta. Sin embargo, en el pleno del ayuntamient o de Orense en el que se trató ese tema, el concejal nazonalista Somoza se opuso a ello, esgrimiendo que es autoridad suficiente para avalar su propia opinión, por haber estudiado concienzudamente al poeta en su tesis doctoral, y haber llegado a la conclusión de que Valente odia a Orense y que por tanto no es merecedor de dar lustre con su nombre a un pequeño y fraccionado huerto más, en el minifundista paisaje cultural orensano. Otros motivos deberían haberle llevado a rechazar tal 'honor' para Valente, no esos que esgrime. Debe ser que el concejal Somoza se identifica con ese Orense deleznable al que Valente alude.

Nada bueno presagiaban esas sospechosas patillas de tonsurado. Lo triste, lo descorazonador, es que ese anti-canon plaga todo el arco 'ideológico' municipal.

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