Horacio Fernández Presa

Ya sé que no pasamos por el mejor momento para ensalzar el trabajo de los funcionarios, pero no puedo por menos que reivindicar el de uno en concreto que nos acaba de dejar apenas hace unos días, Horacio Fernández Presa, que durante 30 años estuvo destinado en la Agencia de Extensión Agraria de O Barco de Valdeorras.
Horacio llegó, y no por casualidad, sino a través de un riguroso análisis de la situación y del conocimiento de la comarca, como se hacía en aquel entonces en el desaparecido Servicio de Extensión Agraria, a la conclusión de que había que abordar la reestructuración del viñedo en Valdeorras. La propuso a los viticultores y emprendió, contando con su beneplácito, a través de la Asociación Revival que también promovió, la planificación necesaria para determinar las variedades más apropiadas, sus patrones, el sistema de plantación, así como el de formación y poda, y finalmente el sistema de elaboración más adecuado, con la tecnología más avanzada, para responder a las demandas del mercado.

Fue un trabajo laborioso, intenso, de años, en el que hubo que aprender y rectificar sobre la marcha, pues no existían referencias en las que basarse, con algunas insatisfacciones e incomprensiones, que originó tensiones y recelos en determinadas ocasiones, pero en el que Horacio supo perseverar y tirar hacía adelante, sin guardar rencores, convencido de que estaba realizando su trabajo con vistas a un futuro más prometedor para la agricultura valdeorresa a la que servía.

El trabajo realizado dio sus frutos y la viticultura y elaboración de vinos en esa comarca experimentaron cambios palpables, con una repercusión económica y social evidente e importante. Horacio tuvo la suerte de verlo, de irse sabiendo que había contribuido a lograr, junto a los agricultores, algo importante desde su puesto de trabajo.

He oído y leído en los últimos tiempos denominaciones de Horacio tales como las de emprendedor, renovador, impulsor y empresario. Puede que de todas ellas tuviera algo, pero me atrevo a asegurar que lo que realmente fue y sintió, lo que bordó, fue su misión como agente de extensión agraria, su trabajo como funcionario de un servicio con un ideario y métodos de actuación con los agricultores de los que estaba impregnado. Valdeorras, a mi juicio, le debe aún este reconocimiento.

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