Je pense, donc je suis

El otro día leyendo las cartas al director, una de ellas, muy acertadamente desde mi punto de vista, criticaba la posibilidad de la libre elección del género del feto mediante la fecundación in vitro (que no en vitro). La naturaleza posee un carácter sintrópico y tiende sabiamente a la autorregulación; a ese nivel, la manipulación quizá pueda suponer un dese-quilibrio. No obstante, posteriormente se afirma que 'los óvulos fecundados son vidas humanas que no se las deja desarrollarse y poder llegar a nacer'.
Creo francamente que sería interesante reflexionar un poco sobre el por qué de pensar como lo hacemos. A veces nos dejamos arrastrar por una corriente de pensamiento en concreto, sin realizar un ejercicio activo en la búsqueda de las respuestas para las inquietudes que se nos presentan. A veces hacemos alguna afirmación como si fuera una explicación contundente de un hecho, cuando solamente es el reflejo de un todo incomprendido, en el cual subyacen las preocupaciones, siempre muy respetables, de cada quién.

A veces nos complicamos mucho, queremos defender la vida que todavía es relativa y somos capaces de soportar la falta de humanidad presente en este mundo, la muerte de los que ya están vivos, de los niños que día a día se mueren de hambre, de la miseria y la inanición que vemos en el telediario a la hora de comer y a la que parecemos estar tan acostumbrados. Sería maravilloso poder ver este ímpetu a la hora de defender a esta suerte de conjunto de células que quizá algún día lleguen a convertirse en una persona, en la defensa de los derechos de todos esos niños abusados por los banderizos de la causa religiosa que dicen dar su vida a la filantropía.

Cuando se dice que un óvulo fecundado es una vida humana se afirma que existen seres humanos formados por tan sólo dos células, que son las existentes en el momento de la concepción. Creo que la espiritualidad nos vale para juzgarnos a nosotros mismos de manera constructiva, para el resto de juicios ya está la religión.

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