¡Llegan los salvadores!

Tranquilos hermanos, han llegado los salvadores.
En sus manos portan sendas tijeras de plata, con ellas recortarán gastos y derechos, cercenarán el miembro infectado, eliminarán de raíz todos los males. Inventaron tramas terroristas mundiales y suprimieron hasta el último resquicio de privacidad y dignidad. Consiguieron desnudarnos para protegernos de nosotros mismos. Y nosotros consentimos. Maquinaron pandemias mortales y nos vacunaron casi obligatoriamente para evitar que enfermáramos. Malgastaron o 'biengastaron' el erario para enriquecer a sus amigos farmacéuticos. Las maldiciones de las mil gripes: A, porcina, aviar… no llegaron. Y nosotros comulgamos.

Diseñaron una crisis económica mundial o al menos no intentaron evitarla. ¿Para qué frenarla? Mejor aprovechar su existencia para justificar cualquier error y pergeñar la más pérfida solución: Volver al pasado. Dar marcha atrás en la historia, llevarnos de nuevo al mundo de la inquisición, del absolutismo, de la esclavitud y de la mansedumbre de pensamiento. Ya no podíamos permitirnos derechos sociales, ni sanidad pública, ni derechos laborales. Pero había que proteger a los bancos. Y nosotros asentimos. Buscaron sectores de la sociedad no muy respetados, queridos o simplemente que los demás envidiaban y nos los echaron a los leones en el circo mediático. Y nosotros aplaudimos. Funcionarios, profesores, personal sanitario, trabajadores en general, discapacitados, pensionistas, ancianos, emigrantes… Descansen en paz. Recemos por sus almas, por nuestras almas: Empobrecednos cuanto antes, acabad de una vez. Pues de nuestra pobreza nacerá vuestra ruina.

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