A mi madrina y tía María del Carmen

Querida tía: ¡Cómo te echo de menos!, me parece imposible que ya no estés aquí, éramos conscientes de tu edad avanzada, pero nada hacía sospechar que tu marcha estaba al caer.
Preparabas ya tus planes para el verano: el balneario en el que disfrutabas tanto todos los años, y no hace muchos días, coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa, la fiesta que tu hijo Rafa celebró y en la que tu estuviste pletórica y radiante.
Eras mi referente, ¡cuántas tardes de domingo pasamos juntas! Fue una delicia conversar contigo, me contabas anécdotas de mis abuelos, vivencias de mi madre y tuyas cuando erais jóvenes, en fin, me enriquecías totalmente.
Pero no quiero hablar en pasado, estás conmigo, a todas horas, en todo momento, y me consuela enormemente que ese viaje que acabas de emprender es para encontrarte con tu adorado Luis, tu esposo, que te espera hace ya algún tiempo.
Sé que desde donde estés me ayudas para sobrellevar este inmenso vacío que has dejado en mi corazón. Un beso.

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