para maruja martiñá, mi amiga

n n nTú fuiste para mí una buenísima amiga, siempre estuviste presente en mis penas y enfermedades. ¡Cuántas charlas recíprocas! En este nuevo mundo estarás contenta y brillando entre las estrellas más luminosas. Maruja, te daré las gracias siempre por tu cariño, por tu compañía y por ser tan buena persona.
Mis visitas en tu último padecer, tanto en la Residencia como en la casa, nunca te faltaron, porque te lo merecías y porque te quería, como muchas más personas, y demostración de ello fue la manifestación de gente que te acompañó en los funerales en Santo Domingo.

El tierno cariño inigualable de tu hijo Francisco, de tus sobrinos, por no decir hijos también, Javier y Roberto, que estando presente yo en la Residencia te llamaban 'Mamá Maruja', la dulzura, cariño y mimo con que te trataban en todo momento, ni un minuto te dejaron sola, ni en casa ni en la Residencia. ¡Mi enhorabuena para ellos!

No quiero dejar de lado a tus hermanas Lola y Rosario y, por supuesto, tampoco quiero olvidarme de Carmucha. Mucho tienen que echarte de menos, porque tú eras el eje y motor de toda la familia. Dejaste el mundo en 'tu casiña', rodeada de los tuyos, que tan bien te cuidaron y tanto amor te dieron.

¿Cómo te habrán recibido Polito, tu esposo y buenísima persona, tus padres Julia y Manolo, a los que tanto querías, tus hermanos políticos Alfonso y Argimiro?, seguro que en la puerta para abrazarte los primeros. Te hacías querer por todos, porque siempre estabas dispuesta para todos y para todo.

Yo, amiga tuya y próxima a vuestra casa familiar, te quiero y siento una pena muy honda, aunque sé que estarás muy contenta ahí donde estés, y que seguirás velando por los que dejas aquí abajo.

Tengo mucha pena, pero estas palabras que me salen del corazón me dan fuerza para decirte que te quiero, y desde tu alto lugar ¡un beso muy fuerte, Marujiña!

No quiero olvidarme de todos tus sobrinos y primos. A todos ellos mi más cariñoso y sentido pésame.

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