Al menos humanos

El problema con el que se encuentran los derechos humanos es el de su cumplimiento. El humanismo como doctrina positiva, recoge elementos de tradiciones muy variadas de pueblos, culturas, formas religiosas. Pero ha de prevalecer siempre la preeminencia de lo humano dentro de las diversas aventuras de la racionalidad.
El humanismo propiamente dicho tiene un largo recorrido. Se inició en el siglo XVI. Significó una ruptura con el dogmatismo de la visión cristiana medieval del mundo. Lo que hizo especial a aquella época fue la voluntad de escudriñar tras la capa de apariencias piadosas. Interesaba saber qué hace a la vida humana. En el altar del humanismo se han ofrecido los mayores crímenes y también los mejores rasgos constitutivos de lo humano. El capitalismo salvaje convirtió este derecho a emigrar en la necesidad de emigrar para sobrevivir ¿a qué precio? El espíritu de aventura no es el componente fundamental del emigrante.
El comportamiento humanista no es un simple complemento de las concepciones mercantilistas, de las estrategias competitivas, de la contabilidad ecológica y el balance social, sino que ha de constituir el marco normal de toda actuación humano-social. Lo inhumano reside en el trato diario, pero principalmente en aquellos condicionantes que hacen que el hombre sea lobo para el hombre. ¿Dónde están los vigilantes de la sobreexplotación, de los paraísos fiscales?

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