DE OURENSE AL CIELO SIN PASAR POR VIGO

Eran casi las cinco de la tarde, y después de merendar, por ser viernes, tocaba gusanitos ¡y el parque de San Lázaro! Qué contentos íbamos por la Rúa do Paseo cantando la canción del cocodrilo que salió de su cueva.
Pero de repente la bolsita de gusanitos se cayó al suelo y el viento se la llevó, y Mateo echó a correr para alcanzarla. La gente empezó a gritar y a pedir ayuda, a Mateo lo había atropellado un coche. Cuando llegamos al hospital, recuperé la esperanza. Desde el centro hasta el CHUO tardamos poco menos de diez minutos, y aun así me pareció que llevábamos días en esa ambulancia cuya sirena no dejaba de sonar. Miraba a Mateo y apenas podía contener mi sentimiento de miedo y mi impotencia. Le decía una y otra vez: 'No pasa nada, cariño, solo es una pupa, no pasa nada, es una pupa mala', pero Mateo ya casi no me escuchaba, él estaba aterrado y sus gritos de dolor le impedían oírme.

Cuando entramos en el hospital estaba desesperada para que ayudasen a mi hijo. Fue entonces cuando se me informó que Mateo no podía ser atendido en ese momento, me dijeron que 'no se opera por las tardes si tiene menos de siete años' y que el niño debía ser derivado a Vigo. Enseguida todos convinieron que debía hacerse rápidamente, de forma urgente, sin demoras, pues no podíamos entretenernos ni un solo minuto más, el caso era muy grave, y había que operar lo antes posible. Mateo nunca llegó a Vigo.

Afortunadamente esta no es una historia real, pero puede sucederle a cualquiera de nuestros hijos mañana si la dirección del Hospital de Ourense sigue empeñada en acabar con la Cirugía Pediátrica en nuestra provincia.

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