¿Pastillas para la adolescencia?

Estaba leyendo un informe neuropsicológico de un sobrino mío, al que creo conocer bastante bien aunque no convivo con él. El niño pasó una época rebelde, estaba insoportable, contestaba, se hacía valer y mostraba auténtico odio hacia su hermano mayor, mucho más extrovertido y exitoso. Han crecido los dos, el mayor ahora protege al hermano adolescente.
Por eso, en la calma chicha de una mañana de domingo, releo el informe. Lo habían acusado de: conducta oposicionista desafiante; de desaseado, por llevar siempre la camisa o camiseta por fuera.En aquella época también le hicieron un EEG, porque había nacido muy prematutro, no vaya a ser. Encontraron una zona de ondas agudas de alto voltaje, y sin estudiar más, ni pensar que un niño es un niño, y bastantes pasó desde que nació, zas: un anticonvulsivo, por si acaso. Ese verano vinieron de vacaciones; el niño estaba empastillado, andaba en la berza, no prestaba atención, apenas jugaba: las pastillas consiguieron un niño enfermo.

Sin llevar al niño se llevaron los informes a un neurólogo del Sergas, y tan pronto lo leyó dijo: ¿pero quien le ha dado esas pastillas sin hacer un TAC?, le dimos las gracias y todos los adultos teníamos claro que al médico se le había ido la pinza: por si acaso convulsiona, aunque no tenga datos de convulsiones, se lo medica y santas pascuas. Al llegar a la ciudad donde vive, mi cuñada fue a ver al neurocirujano (privado) que había pautado las pastillas y le contó lo vivido en verano. Hace dos días una conocida me dice que llevó a su hija al psiquiatra, por problemas de comportamiento asolescente, y le dio unas pastillas. ¿Pastillas para la adolescencia?, reí yo, y ella, un poco azorada: es que estaba insoportable, eso ya no era lo normal.

Lo normal para papá Kennedy fue encerrar a su hija díscola en un psiquiatrico, luego pidió una lobotomía y la joven quedó hecha un ocho el resto de su vida. Hace ya tiempo que los defensores de los derechos humanos los ponen de ejemplo de bárbaros, amparados por la religión católica y el trepar a la Casa Blanca.

En estos tiempos tan raros, y si una persona no triunfa en las artes (ahí se permite lo llamado 'talento'), mejor que no lo pille un psiquiatra ni psicólogo. Lo someterá a pruebas demoledoras, test americanos con tradución literal, figuras esotéricas donde hay que ver algo, y con mala suerte le dan pastillas para la felicidad que le quitan las ganas de enamorarse, de hacer nada, de hablar, de leer... y así se le quita la tentación de colarse en un partido a mandar.

Como remate, un psiquiatra está encima de un juez ciertas veces. Así Al Capone paseaba en pijama, cuando estaban a punto de cojerlo, para que lo tomaran por loco, aunque no coló.

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