O Pepe da Guardesa

n n nEn las últimas lineas del libro 'La vida en A Ponte/De las viñas al asfalto' señalamos que 'si cada vida é unha novela que se perde', evidentemente la que correspondería a la familia de 'A Guardesa' sería una de las más bellas y edificantes. Por dura y ejemplar. La de la guardesa de un paso a nivel que se queda viuda con siete hijos de 11 a 23 años, y de cómo aquella 'madre coraje' logra sacarlos a flote, aportando cada uno de ellos lo que año tras año eran capaces de hacer.
Uno de estos, Pepe Iglesias Álvarez, el más joven, fue de aquellos años cuarenta a hoy, sin duda el más popular. Extrañamente, abierto y a la vez tremendamente reservado, serio, incansable para los negocios, a la vez que protagonizaba la continuación de la tasca 'A Guardesa' que fundaba su madre y en la que cada uno aportaba lo que podía, a la aparición de 'A Garduñeira' en Santa Cruz, restaurante para bodas y actos sociales.

Pero Pepe llevaba dentro el fuerte y más inquieto espíritu pontino. Lo sacaba a relucir con energía, con el coraje que había heredado de su madre. Lo que en la margen derecha del Miño funcionaba bien, bien estaba. Pero le ponía pegas, siempre inconformista con lo que no iba como debía. Se hacia notar, curiosamente, yendo por libre. Nunca fue político. Pero ejercía sobre estos la más encendida oposición. Citaba y reunía a la gente, se manifestaba, organizaba quejas. Vivía para El Puente como le seguimos llamando los de antes y A Ponte como lo hacen los que vinieron después.

En terreno deportivo fue de los fundadores del Puente C.F. Y mucho lamentó siempre no haber sabido crear su proyecto ambicioso de Ciudad Deportiva Pontina, primero en Quintela y especialmente en terrenos próximos al Miño en 'O Tinteiro'. En alguna ocasión organizó exposiciones porque, contaba con una impresionante colección de material grafico de la historia de Puente Canedo que guardaba celosamente y hasta con documentación oficial de aquel municipio.

Una de sus debilidades era la Lotería Nacional. Todos los años compraba el mismo número que distribuía masivamente entre los pontinos que lo solicitaban. Tenía 'su despacho' al lado la misma cafetería 'Guardesa' desde donde veía con orgullo como ahora llevan sus hijos.

Si llevamos cuenta de los pontinos clásicos, este que se nos va ahora era de los más acérrimos defensores de esta gran zona. Escribía historias pontinas, colaboraba en diferentes medios. Incansable hasta que su salud, que le ponía a prueba de manera constante en estos últimos tiempos, acabó por llevarse a este tan especial como querido y respetado Pepe da Guardesa.

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