EL POLVORÍN SOCIAL

En su brillante discurso (que lo tienen), sentados cómodamente en sus casas, los que se definen a si mismos como demócratas de toda la vida, dirán que no quieren que nadie se tome la justicia por su mano.
Que se adopten posturas como el caso del asalto a los supermercados en algunas localidades españolas. Esa acción, dirán, podría marcar además un precedente muy peligroso en el que cada cuál acabe aceptando aquello del 'sálvese quien pueda' (¿acaso no se está ejercitando desde el poder?). Que en consecuencia las cosas han de hacerse por la vía de la buena voluntad, y no podemos (no debemos) llenar los bancos de alimentos de las mercancías detraídas de dichos supermercados. Que ello sería infringir la ley y atentaría contra derechos fundamentales de esta democracia (¿y si se pudiera considerar un acto de legítima defensa?)

La alarma social que se pretende evitar es evidente. Como evidente es que el supuesto de robo está considerado tal. En cambio el supuesto de asesinato no es determinante de alarma social. Algunos echarán en falta unas leyes justas para que las personas y las familias sin recursos gocen de cobertura social y que el Estado nunca tendría que permitir que esas familias se hayan quedado sin empleo y sin casa, víctimas de desahucios salvajes. Si esas familias y sus hijos pasan hambre, el polvorín de la desigualdad puede estallar; tal vez ha estallado ya por fatal que parezca. Además, una sociedad que destruye valores como la vida, la igualdad o la libertad, no es una sociedad justa.

Que la Justicia española no es igual para todos se sospecha (¿dónde está el criterio de que todos somos iguales ante la Ley?) Los más interesados en depurar sus acciones deberían ser los profesionales que la sirven. Y por lo que veo nadie se rasga las vestiduras.

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