los populismos

Los políticos suelen echar mano de términos con diversos significados para desorientar a la gente. Populismo es uno de ellos. Llamar a un político 'populista' debería ser una señal de identidad positiva. Podría significar entregado al pueblo, querido por del pueblo, centrado en el pueblo. Sin embargo, unos a otros se tratan de populistas en sentido peyorativo; quieren escenificar una manera de dar satisfacción a los institintos más bajos del pueblo.
Detrás del concepto de populismo se esconde el papel que ha de tener el pueblo en el gobierno de la sociedad. Puede haber un populismo de derechas y un populismo de izquierdas. Así puede haber un populismo en el que el pueblo realmente tenga el poder y puede haber un gobierno en el cual los intereses del pueblo no aparezcan sino es para enmascarar otros espúreos. En Europa, el término populismo se usó históricamente para calificar a los narodnik rusos de la segunda mitad del siglo XIX. ¿Por qué un olvido tan generalizado? La reflexión a partir de esta pregunta arrojaría mucha luz acerca de la confusión actual sobre el uso del término populismo, que casi siempre aparece ahora en una acepción peyorativa.

Hay ahí un cambio de orientación muy notable en la historia de las ideas. Si se compara el tono positivo con que escribían sobre este populismo Franco Venturi, Isaac Berlin o, por ejemplo, Albert Camus, en 'El hombre rebelde', durante los años que van desde la década de los cincuenta a la década de los setenta del siglo XX, con el uso actual del término populismo, pronto se llega a la conclusión de que se ha producido una inversión casi total en la acepción de la palabra y del concepto. De lo que se debería tratar ahora es de recuperar el significado primero y propio de populismo, en el cual los intereses de la persona concretan sirvan de orientación para la política.

No es tarea fácil en este momento; ahora se hace triunfar a través de los medios de comunicación y de diversas prácticas políticas los intereses populares falaces. El primer paso para recuperar el sentido del populismo es considerar a las personas por serlo y no por el color de la piel, por el idioma o por el país de procedencia. El sentido de universalidad que presidió el nacimiento y el desarrollo de Europa peligra si dejamos en manos de los intereses privados y privatizadores el destino de Europa. La democracia real es el instrumento para recolocar el populismo en el centro de la acción política. Pero ese sentido de la democracia está revestida de la hojarasca de partidos que dicen servirla.

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