¿QUIÉN ES MáS CRUEL, EL SICARIO O QUIEN PAGA?

No existe nada que pudiera alimentar la justificación de dar muerte a otra persona intencionadamente. Por eso cuando nos llega una noticia de esta índole, pensamos de qué materia estarán hechas las entrañas morales de quienes cometen estas atrocidades. Pero aún mucho más horrendo, si el asesinato se realiza a través de la acción de un sicario.
Es lo más retorcido de lo ya retorcido; el crimen ya no por el ofuscado y frío temperamento propio del criminal que lo realiza, no sólo como consecuencia de sabe Dios que maquiavélica circunstancia, sino la logística y preparación previa del macabro acontecimiento por los organizadores.

El asesino a sueldo parecería más un típico personaje de algunos países centroamericanos, dicho esto con los debidos respetos, y cuando esto ocurre por allá nos suenan a muy lejanos y las noticias son, desgraciadamente, casi insensibles, no generando impacto; se toman como acciones del crimen organizado y ya está. Pero cuando estas noticias provienen de nuestro entorno, la conmoción aumenta y la indignación se hace más patente, no sólo por la mano ejecutora, sino hacia quienes ponen la idea, dan detalles al asesino y facilitan el acto, etcétera, para luego esperar tranquilamente, disponiendo eso sí, de alguna coartada por si acaso.

Si además los organizadores del maquiavélico parricidio son, presuntamente, un grupo formado por esposa, hija y novio de ésta, hemos de pensar que es el cenit de lo horrible, llevado a los mayores extremos de crueldad y odio hacia marido y padre respectivamente.

A medida que se ha hilvanado lo escrito, que además sucedió en mi pueblo natal, me sumerjo más en la afirmación de que los verdaderos criminales son, repetimos presuntamente, en este caso quienes fraguan el plan diabólico de ejecución, con la idea macabra de que encargando y pagando al asesino, ya quedaban exentos y fuera de sospechas y responsabilidades.

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