Comiendo con unos amigos en compañía de nuestras parejas, las mujeres hablaban entre ellas sobre una de sus niñas y que otro niño del colegio le hacía tocamientos. Los niños tienen entre 6 y 7 años. La madre de la niña me miraba, menos gracioso, me llamó de todo porque la situación me causaba gracia y ternura. Recuerdo que mis amigos y yo con esa edad jugábamos a médicos, a mamas y papas; mis padres y los padres de las niñas creo que nunca se escandalizaron tanto como ahora estas amigas.
Con los juegos los niños aprenden los patrones de la vida: el trabajo, la lucha, la guerra, la caza y el sexo. Esto son lances de la vida, ellos son puros y sin malicia, somos nosotros los adultos los enfermos de malicia, odios y envidias. Dejemos a los niños, nuestros cachorros, dejémosles jugar, experimentar, vivir.
