los símbolos de estatus

La manera de cómo los nuevos ricos hacen notar su estatus social es algo que suele herirnos a los que estamos en los niveles inferiores y ellos lo saben.
Pero la riqueza es así: hay un placer morboso en exhibirla, incluso ante quienes se encuentran en la precariedad y en la miseria más absolutas. Estamos en un momento crítico en la sociedad que lleva mal camino. Ya lo estamos viendo con los suicidios por la terrible crisis que estamos padeciendo, cuando llega la policía a los hogares a desahuciar a las familias sin contemplaciones. Son tantas personas sin recursos económicos que la ostentación de cualquier signo de riqueza es insultante.

Pero lo que de verdad más indigna es que esa riqueza tenga con frecuencia su origen en la corrupción. Monstruoso. La realidad actual tiene que ver con miles de personas que ni siquiera reciben un subsidio porque los recursos no lo permiten. O tal vez otros han dilapidado antes: entre algunos están los perceptores de ciertas pensiones, tal vez a quienes fueron nombrados de modo temporal con el fin de ganar esa lotería vitalicia. El mejor caldo de cultivo para la explosión social es el que se hace con la injusticia, el abuso y la marginación de la mayoría. Estamos ante una legislación perversa.

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