Tráfico sexual infantil

“El tráfico sexual es un destino marcado por la miseria para muchas niñas del Sudeste Asiático”; bajo este lema, Anesvad viene lanzando una campaña para recuperar a estas niñas y formarlas para que accedan a un trabajo digno.
“La explotación sexual es espontánea porque muchas criaturas hacen cualquier cosa con tal de conseguir dinero.
Otras veces hay grupos criminales envueltos, o pueden ser las propias familias las que venden a sus descendientes para sobrevivir. Y también hay casos en los que las niñas se organizan y se prostituyen, creando sus propias redes”, explica el coordinador de la organización camboyana “Our Home”.
Según las Obras Misionales Pontificias, las cifras de la explotación infantil son espeluznantes: hay 14 millones de huérfanos a causa del sida. De la mitad de los 600 millones de pobres del mundo, 130 millones no acuden a la escuela, 180 millones padecen desnutrición, 250 millones sufren explotación laboral y un millón caen en las redes del comercio sexual.
En Marruecos, más de 700.000 chiquillas son explotadas. Ghizlane es una esclava infantil que se levanta a las seis de la mañana. Tiene que preparar los alimentos para los niños de la casa en la que trajina. Dormita en la cocina, con una “hifa” en el pavimento y una colcha. Sólo podrá tumbarse a las doce de la noche. Y se dará por contenta si no abusan de ella sexualmente. Ghizlane acaba de cumplir 8 años. Esa esclavitud de las niñas es la que han denunciado dos organizaciones norteamericanas; Human Rights Watch y Domestic Child, en sendos informes. Para ellas su paga se limita a la vianda y algo para vestir.
D´Azeglio aseveraba que “el divino candor de la infancia parece un indicio de que el alma humana deja el seno de los ángeles para descender y tomar nuestra forma. El que lo mancha por vez primera, el que lo envilece con el primer engaño, es un gran culpable”.

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