¡El verano es fantástico!

Cualquier lugar cambia de maquillaje cuando llega el verano. ¡Adiós al frío! Los pintalabios se han borrado. Sonrisas, a pesar de los tiempos difíciles que corren. Una explosión de ramilletes por todos los rincones de cualquier sitio. No me he cepillado el pelo. Mi pelo sigue húmedo con gotitas de agua de la piscina. Mis ojos demasiado acostumbrados a la penumbra, quedan medio cegados por la luz del sol.
Pese a los problemas que podamos tener cada uno, cuando el sol cae sobre nosotros, sentimos una transformación. La estación veraniega me recuerda por qué estoy vivo. Por qué estoy aquí. Por qué hago lo que hago. Son las cosas que me reconfortan tanto como si alguna persona me hubiera clavado un billete de autobús turístico con destino al Paraíso.

El verano tiene su magia. Incluso para los que sin techo acampan con menos problemas. Y el olor en la ducha del jabón, champú, las sales de baño, el perfume... el distinto a otras estaciones del año. Cuando estoy durmiendo, hasta los sueños del verano son fuera de serie. En la orilla del río Miño tengo infinidad de sensaciones. Escuchando las extrañas advertencias que susurran las aguas al pasar. Viendo como el caudal de agua dibuja misterios de espuma. Las voces de los niños cabalgan el tímido aire en la orilla del río. Son voces de niños y niñas agudas, distantes, como cometas arrastradas. En entonces, cuando tengo la sensación de que quiero mirar fijamente al ojo ardiente del sol para comprender que el verano es mágico. Caminar sobre las piedras calientes es como estar bajo la piel de la Tierra. Sigo tumbado en la orilla del río. Me siento como una madeja frágil de carne y huesos. Me imagino que soy una balsa arrastrada por el Miño. El suave chapoteo del río me encanta.

¡El verano es fantástico! Se mire por donde se mire. Como fantástico fue el sueño que tuve anoche: una mujer volando por el cielo con grandes e iridiscentes alas de mariposa. Entonces aterrizaba en la playa donde yo me encontraba, dejando sus enormes alas en la arena detrás de mí. El oleaje del inconsciente rompiendo sobre mi cabeza, ahogándome bajo las olas saladas de las maravillas nocturnas. Tras este sueño, cuando desperté, estaba sediento.

El verano se caracteriza, sobre todo, por su gran contenido expresivo y por su constante uso de recuerdos visuales. Personalmente, mis umbrales oscuros desaparecen con la llegada del verano. Y me llena de paz dar paseos nocturnos bajo la luz de la luna.

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