LA 'VERDAD' DE ALGUNOS POLÍTICOS

Cada sociedad posee un régimen de verdad. Su 'política general de la verdad', define los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instituciones que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar a unos y a otros: las técnicas y los procedimientos que son valorados en orden a la obtención de la verdad, el estatuto de quienes se encargan de decir qué es lo que funciona como verdadero.
En las sociedades como la nuestra la economía política de la verdad tiene sus perfiles que se deben fundamentalmente a mantener en grado óptimo el aparato financiero, económico, político e ideológico. Las personas interesan menos o no interesan. La verdad se centra en la forma del discurso y en las instituciones que los producen; es controlada en su forma y en el fondo por los poderes económicos e ideológicos. El problema del político demócrata es saber si es posible constituir una nueva política de la verdad. Algún presidente de gobierno lo promovió. No duró demasiado tiempo. El problema no es sólo 'cambiar la conciencia' de la gente, sino cambiar el régimen político, económico, institucional de producción de la verdad. El camino no es esterilizar el pensamiento crítico. No se trata de liberar la verdad de todo sistema de poder, sino más bien 'separar' el poder de la verdad de las formas hegemónicas (sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona.

El político demócrata, para huir de su corrupción del sistema ha de ser capaz de seguir la realización de sí mismo como ser social y ético; debe hacer el enorme esfuerzo de resistencia de enfrentarse al régimen de verdad, no sólo de la sociedad como algo amorfo, sino a la verdad de aquellas instituciones encargadas de producir la verdad: los diversos poderes.

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