Viridiana

Todos sabemos que hay dos tipos de tiranía en el mundo,la de los poderosos y la de los miserables.

Lo describe muy bien Buñuel en su película “Viridiana”, cuando el señor que gobierna su hacienda, que encarna Fernando Rey, debe ausentarse por unos días, dejando su casa a cargo de los sirvientes.

Una vez que se ha ido, ellos aprovechan para saquear su bodega y montar un festín orgiástico y dar rienda suelta a sus bajos instintos, con la rabia que caracteriza a los proscritos cuando tienen ocasión de ocupar por un instante el lugar del opresor.

Por afinidad ideológica y por militancia, tuve ocasión hace unos años de compartir algunos actos con Francisco Rodríguez, cuando él era el alcalde de Ourense. Aunque mi trato con él fue liviano y ocasional, sin embargo fue suficiente como para identificarme con muchas de sus ideas.

Sé que le gusta el cine, que su plato preferido es el cocido y que lee la prensa siempre en papel.

En el trato personal fue para mí cálido y cercano, afectuoso. En su obra política dejó una huella de sencillez y bonanza para la ciudad.

Sus años en la alcaldía fueron un oasis de tolerancia, de estética y de ética como nunca antes se había visto.

Y aunque queramos mirar para otro lado, todos en esta ciudad sabemos que fue tratado de una forma obscena e injusta.

Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón, como no podía ser de otra manera.

Estos días de Pasión y vía crucis deben servir a los creyentes como reflexión sobre sus palabras y sus actos, y a muchos de los no creyentes sobre su silencio y omisión de justicia política para quien lo merece.

En estos días de Pascua es menester, por tanto, restituir el legado político de su figura, que fue injustamente denigrada más bien por los miserables que por los poderosos.

Y es conveniente abogar por su resurrección, por el bien de todos los ciudadanos de Ourense.

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