El volantazo de la debilidad

El titular lo identifico como la peor decisión que alguien puede tomar cuando se siente débil, queriendo aparentar lo que no es. Y además pretende erigirse en salvador de la situación. Neme me apunta que se trata a modo de “la reacción de la furia del converso”. No soy ni pizca experto en política exterior o internacional, pero sí distinguir lo que se puede, debiera y tiene que valorar un Gobierno, en sus responsabilidades, a la hora de valorar la toma de una decisión de calado; y también como me(nos) gustaría enterar y saber por boca del máximo responsable de mi Gobierno, sin las interferencias previas de la polémica contaminante de la calle. Es muy lícito que el Gobierno de España pueda tener una posición de su relación con un país o países y modificarla llegado el caso, porque observa otra visión estratégica…; pero hacer el viraje sin consultarlo, no darlo a conocer en la soberanía nacional –Parlamento-, sin debatirlo escuchando a los demás grupos, me parece una afrenta y una opción de quien asume carecer de la fuerza de la razón.

La historia de décadas, historia teñida de cobardía y color rojo, aprovechando el debilitamiento de España por mor del Dictador en sus últimos estertores, y teñido del color que expongo porque nunca se supo a ciencia cierta el número de muertos y la sangre derramada tras la invasión a saco de los marroquís al pueblo saharaui, lo describió, a la perfección, Monxardín en su artículo de La Región. Pero el volantazo del Gobierno español, cuando de súbito, de la noche a la mañana, en un plis plas, sin conocimiento de tirios ni troyanos, aparece un documento -¡ni sabemos dado a conocer por quién!-, que expresa el apoyo del Gobierno de España al plan de autonomía marroquí para el Sáhara, es pura cobardía y sólo denota debilidad extrema. Me recuerda Neme que el poder siempre ha actuado sobre el débil y continúa haciéndolo. A no ser que, con la que está cayendo, este volantazo sea un antídoto para diluir la situación política latente con sus reivindicaciones callejeras. Entonces hablaríamos de cobardía y tacticismo defensivo.

Si como se explica el ministro Albares al decir que el “giro sobre el Sáhara está en la ONU”, la pregunta no se hace esperar: ¿Cuál fue y es el motivo del ninguneo a todos los españoles, partidos políticos –incluidos los socios de Gobierno- y al Parlamento, para que el Presidente lo explique? Tampoco es de recibo despacharnos con la sola y simple respuesta de que la política exterior la hace el presidente, ya que, si a ello nos ceñimos, todas las políticas pasan por la presidencia. Desencallar un conflicto de 46 años -como expone La Región-, que se corresponde con la postura de la ONU, ésta no es de ayer ni anteayer, como es de domino público; se escogió este momento… vaya a saber usted el motivo. Cada uno tendrá el suyo, que cada cosa tiene su hora; por lo que debiéramos conocerlo en clave parlamentaria, antes del guirigay montado.

Una vez más semeja que “cada un vai ao seu, menos eu que vou ao meu”. Porque no puede ser tan baladí y frívola la política exterior del Gobierno, sobre todo con una excolonia donde la gran mayoría de sus habitantes son españoles; aunque sólo fuese por sentimiento. Ante esos españoles España mostró debilidad antes –cuando la marcha verde- y demuestra debilidad hoy –España se pliega a Marruecos- ante las avalanchas de la inmigración ilegal propiciadas por Mohamed y la petición de Ceuta y Melilla. Y Sánchez Pérez-Castejón reacciona con la furia del converso, sin encomendarse a dios ni al diablo –dígase a su propio Gobierno y a la oposición- con el “si no puedes con tu enemigo, únete a él”; se adhiere al más temido y pega el volantazo. Es lo que ha ocurrido, ¡feito! Si el nuevo acuerdo con Marruecos es positivo para los intereses españoles, según declaración de la portavoz, ¿por qué no hemos ahorrado semejante trifulca? ¿Qué queda del manido diálogo, cual receta del progresismo? ¿Está la situación para polémicas estériles? ¡Es la debilidad!

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