Estamos sentados viendo como unos jóvenes, parados, ancianos, estudiantes, etcétera, se manifiestan pacíficamente contra el sistema establecido por la idea de unos pocos.
Democráticamente según la ley, pero unos pocos. Creo que es hora de poner fin al sin sentido que tenemos de gobierno, de obras faraónicas (Aves, etcétera) o pequeñas (farolas y bancos nuevos). Es hora de poner fina al disparate de sueldos, jubilaciones y prebendas sin sentido. ¿Acaso no son nuestros representantes los políticos? Pues si son nuestros representantes, somos nosotros, es decir los que al final del día miramos lo que hemos ganado, los que pagamos la compra con las monedas del pantalón, los que sabemos lo que vale un café porque lo pagamos, y un cochazo porque no llegamos a él, pues somos nosotros los que debemos poner orden. Es hora de salir a la calle y decirles a esta banda de iluminados que nos dirigen que se vayan por donde han venido y, si puede ser, tal cual llegaron, porque nuestros políticos cuando dejan la política quedan bien colocados así como sus familias.
Esto es un escándalo que tenemos que parar ya. Estamos hablando de cinco millones de parados, de ayudas a la banca que ganan lo que no es decente ni cristiano decir, de gente que pierde un piso por no pagar una hipoteca y cuando muere tiene que volver a nacer para seguir haciendo frente a las deudas contraídas por el piso, como aquellos que aún perdiéndolo todo en un terremoto como en Lorca, tienen que seguir pagando una casa que no existe. Los ciudadanos de a pie pagan seguros que no sirven nada más que para engordar al mismo banco que les da el dinero. Si el piso estaba hipotecado, lo normal es que ya que no existe piso, no hay deuda que pagar, y si no, que el banco llegue y se lleve los ladrillos del suelo para cobrase la deuda, o que pague el seguro que les aceptó la póliza en una zona peligrosa.
Es hora de salir a la calle y sentarnos en los bancos, y así volver a poner orden en este desorden en el que vivimos.
Esto es un escándalo que tenemos que parar ya. Estamos hablando de cinco millones de parados, de ayudas a la banca que ganan lo que no es decente ni cristiano decir, de gente que pierde un piso por no pagar una hipoteca y cuando muere tiene que volver a nacer para seguir haciendo frente a las deudas contraídas por el piso, como aquellos que aún perdiéndolo todo en un terremoto como en Lorca, tienen que seguir pagando una casa que no existe. Los ciudadanos de a pie pagan seguros que no sirven nada más que para engordar al mismo banco que les da el dinero. Si el piso estaba hipotecado, lo normal es que ya que no existe piso, no hay deuda que pagar, y si no, que el banco llegue y se lleve los ladrillos del suelo para cobrase la deuda, o que pague el seguro que les aceptó la póliza en una zona peligrosa.
Es hora de salir a la calle y sentarnos en los bancos, y así volver a poner orden en este desorden en el que vivimos.
