Crónica

Un faro de nombre Rosendo

Un momento de la celebración religiosa en honor a San Rosendo, presidida por Francisco José Prieto.
photo_camera Un momento de la celebración religiosa en honor a San Rosendo, presidida por Francisco José Prieto.
Un ambiente familiar y pre-primaveral reinaba ayer en la Plaza Maior celanovesa con motivo de la festividad de San Rosendo. Solo el virus, con sus restricciones y letales consecuencias, empañó la jornada festiva. Una más desde la declaración de la pandemia.

La iglesia conventual de Celanova parecía ayer más majestuosa y gigantesca que de costumbre. Las limitaciones de aforo (un 30%) y el miedo de los feligreses al virus dejaron casi vacío el templo en la festividad de su patrón y fundador, San Rosendo. Con todo, casi un centenar de asistentes compartieron una solemne celebración presidida por el recién nombrado obispo auxiliar de Compostela, el ourensano Francisco José Prieto, y amenizada por las voces de Iuvenes Cantores y el sonido del órgano en las manos de Marisol Mosquera. 

Ocho voluntarios se encargaron del estricto cumplimiento de los protocolos y que los bancos, con una o dos personas por fila, se extendieran por el trascoro en otros tiempos solitario. "La gente se comporta, pero tiene miedo. Ya se notó en la novena", comentaba uno de los voluntarios y miembro de la Cofradía de San Rosendo que, de no ser por el coronavirus, ayer hubiera portado con orgullo las reliquias del santo por el Claustro Barroco. "No puede ser y punto. Estamos aquí compartiendo la festividad y ya es mucho", confesaba quien hace unas semanas no veía clara su participación en la celebración. Otra de las integrantes, Bea Mosquera, ponía voz a aquellos que se quedaban en casa con el corazón encogido por miedo al contagio. "Mi madre, que lleva 50 años en Celanova, es la primera vez que se pierde la festividad", confesaba.

Con los preparativos para su próximo destino a medio hacer, el obispo electo Francisco José Prieto protagonizó una intensa homilía destacando y reivindicando la necesidad de recuperar el papel que asumió Rosendo Gutiérrez en el oscuro siglo X. "La distancia entre el siglo X y el siglo XII es enorme, pero el duro horizonte que tenía San Rosendo (invasiones, luchas entre nobles,...) lo podemos trasladar aquí. Tener esa lucidez y esa fortaleza de ánimo para buscar cauces de pacificación, para ir al mismo tiempo revitalizando a la sociedad... Eso es lo que necesitamos y lo que tenemos que pedir a los hombres y mujeres responsables en los diferentes ámbitos de muestra sociedad", dijo Prieto. 

Con los acordes del himno de San Rosendo se puso fin a la celebración religiosa y se abrieron las puertas grandes del templo para dar paso a una jornada pre-primaveral donde, adaptados a la nueva normalidad, los celanoveses disfrutaron en familia de los paseos por la avenida y de las terrazas del espolón, muy solicitadas con la aparición de los rayos de sol a partir de mediodía. 

Un hito en el camino

El acto religioso fue más breve y menos solemne que de costumbre, dada la ausencia de los integrantes de la Academia Auriense-Mindoniense de San Rosendo y también de los siempre impacientes jóvenes participantes (y ganadores) del certamen literario escolar sobre San Rosendo. "Este año no hubo concurso, no procedía, pero para el año esperamos poder recuperarlo", expresaba el párroco local, César Iglesias, quien también hizo un guiño a la posible incorporación de Francisco José Prieto a la academia rosendiana. "La próxima vez que venga a Celanova lo hará como obispo, como lo fue Rosendo. Aún no forma parte de la Academia, pero lo será", dijo.

Impresionado y sobrecogido sobre la belleza del templo, y en la primera ocasión que preside una misa del patrón, Prieto dijo que ejercerá de ourensano en Santiago y que, en pleno año santo, ayudará a revitalizar y potenciar todos esos caminos que llegan a la Puerta Santa incluido el que colectivos e instituciones llevan años reivindicando en las comarcas de Celanova y Baixa Limia. "Santiago es la meta, pero para llegar a esa meta hay muchos hitos en el camino y Celanova era uno de ellos", dijo recordando el papel de Rosendo liderando la diócesis de Iria Flavia y también su gran vocación monástica en un tiempo donde, por familia y trayectoria, Rosendo tenía una gran trascendencia. "El camino es casi una metáfora de la vida, nuestra vida no es una recta continua, sino que tenemos etapas, a veces hay que tomar desvíos, a veces hay que pararse o tomar atajos que no son atajos,...", concluía Prieto.

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