Los mayores vuelven a clase en Celanova

El aumento del alumnado ha obligado al Concello celanovés, de acuerdo con Afaor, a duplicar las sesiones del taller de memoria que esta semana iniciaba su plan de formación anual en unas dependencias muy especiales, las antiguas cocinas del monasterio.

Operaciones matemáticas, de deletreo, diferenciación de números y cantidades, memoria, atención y muchas risas son las lecciones que, los miércoles y viernes, se imparten en las antiguas cocinas del Monasterio de San Salvador. 

Las dependencias que forman parte del centro socio-comunitario de Celanova albergan, entre su oferta de actividades, los talleres de estimulación cognitiva que imparte la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Ourense (AFAOR) con el apoyo económico del Concello. “Es un taller que funciona muy bien, la gente está contentísima y con interés, además de todo lo que implica en prevención de la salud”, destaca la concejala de Igualdade, Teresa Barge, quien confirmaba la ampliación de las sesiones en este año 2023 para atender la demanda y “llegar de manera más personalizada, sobre todo a aquellas personas que tienen un deterioro cognitivo más elevado y requieren de una atención más personalizada”, dijo Barge.

Así lo traslada la monitora Carmen Pérez, que lleva más de un año trabajando con el grupo, corroborando como las sesiones de dos horas a la semana “les permiten mejorar sus habilidades cognitivas”, si bien subrayaba que el beneficio a nivel social es “brutal”. Al tratarse de una zona rural, y lo que ello lleva aparejado de dificultades de desplazamiento y la despoblación, “al taller tienen la obligación de venir a clases, hablar con los compañeros, y luego quedan para tomar café. Generan un grupo que es muy favorable”, dice la monitora, que trasporta a los asistentes a su niñez: “Aquí, volvemos a lo clásico del papel, lápiz y goma para trabajar y hacer ejercicios que permitan tener la mente más activa”, dice.

Isabel Fernández lleva varios años participando en la actividad y ni se le pasa por la cabeza dejarlo. “Está muy bien, de maravilla. Es igual que volver a la escuela, recuerdas cosas… es muy necesario”, dice. A su lado, Celsa Rodríguez asiente. Lleva menos tiempo, pero está muy contenta con la clase y con los beneficios que ello le aporta, “lo necesito mucho”, comenta. “Creo que ya somos más de 30”, comenta Elisa Nogueiras, una de las veteranas del grupo, en su mayoría mujeres con un rango de edad de entre 55 y 80 años, que se reúne para ejercitar la memoria, pero también para charlar y pasar un rato divertido en comunidad. No hay exámenes “pero a la ‘profe’ le ponemos un 10”, sentencian las alumnas.

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